martes, 23 de septiembre de 2014

Antonio Ledezma  : Noticiero Digital

Antonio Ledezma  : Noticiero Digital

Un fracaso llamado Venezuela I, II y III por Jesús Petit da Costa

   Un fracaso llamado Venezuela  (I, II y III )



Venezuela es un fracaso total. Dejémonos de cuentos. No nos engañemos más elogiándonos. No lo merecemos. Reconozcamos la realidad. Hagamos una confesión sincera culminando con una autocrítica. No somos un pueblo maldito sino huérfano de una élite dirigente con visión y decisión.

Venezuela es un fracaso político como lo prueba que dos siglos después de su independencia de España la hayamos perdido, para colmo no ante otro gran imperio sino ante una isla arruinada como es Cuba, sin que nadie haya disparado un tiro, todo por algo insólito e inimaginable: la traición a la patria de civiles y militares que debían defenderla. La dimensión de este fracaso político se mide por el hecho de que somos el único país de América bajo el dominio de otro país, y para mayor vergüenza arrodillado ante uno de los más pobres y miserables, lo cual basta para demostrar que hemos descendido a lo más bajo que se puede descender políticamente.

Venezuela es también un fracaso político porque la sucesión de dictaduras padecidas durante dos siglos de vida republicana ha tenido su culminación en la tiranía de los peores. No se trata sólo de una tiranía, que ha sido fenómeno recurrente desde cuando los que se vistieron de militar para conquistar la independencia consideraron que el país les pertenece como una indemnización de guerra que nunca terminaremos de pagar. Los civiles venimos pagándoselas en lugar de España como si fuéramos los derrotados. Es una deuda interminable porque crece en lugar de disminuir, tanto que ni la renta petrolera la ha satisfecho. Pero aún así las tiranías anteriores por lo menos reclutaban a sus colaboradores entre los universitarios mejor preparados, mientras que la de ahora los selecciona entre los menos calificados intelectual y moralmente, que suplen sus carencias con la arrogancia de los patanes.

Venezuela es un fracaso militar, un inmenso y estruendoso fracaso militar, sin comparación en América. En el siglo XIX, conquistada la independencia, los civiles disfrazados de militares se dedicaron a las guerras civiles y a saquear el erario público, mientras Venezuela perdía el Esequibo con Inglaterra y la Guajira, junto con los llanos de Casanare hasta las orillas del Orinoco, con Colombia, todo sin disparar un tiro. Los tiros siempre fueron y siguen siendo contra otros venezolanos. A comienzos del siglo XX no hubo militares que defendieran los puertos bloqueados, de los cuales su único interés estaba en las aduanas. La sucesión de pérdidas territoriales y agresiones imperiales sin respuesta militar, ha culminado con la cesión total de la soberanía política a Cuba, que se ha apoderado de Venezuela sin que un militar de su ejército profesional haya disparado un tiro para salvar el honor nacional. Y con la pérdida parcial de la soberanía territorial en la frontera con Colombia por la presencia de las FARC, que ocupan territorio nacional sin que un militar haya disparado un tiro para salvar el honor nacional. No existe en América un caso semejante de fracaso militar, tan asombroso como vergonzoso e inverosímil.

Venezuela es un fracaso económico como lo prueba que dos siglos después de su independencia de España, está peor que entonces: arruinada, al borde de la cesación de pagos, con una moneda sin valor de cambio en el mercado internacional, con una hiperinflación sin control, más endeudada que cuando sus puertos fueron bloqueados por las potencias acreedoras, destruido su aparato productivo, con una escasez creciente de alimentos y medicinas, abandonados los campos, con un desempleo que excede el 60% de la fuerza de trabajo sumándole el informal, con salarios de hambre, con las empresas básicas (petróleo y hierro) quebradas. Un país arruinado con un pueblo empobrecido como nunca precisamente en época de bonanza petrolera, una riqueza proveniente, no del trabajo y el estudio, sino de un accidente de la naturaleza o un regalo de Dios.

Hemos llegado al fondo del abismo. Y desde allí estamos obligados a salir para nunca más caer.





Un fracaso llamado Venezuela (II)

He dicho, y lo repito, que Venezuela es un fracaso total. Ya ni siquiera es independiente. Está sometida a Cuba, una isla hundida en la miseria por la monarquía comunista que la gobierna desde hace cincuenta años. Venezuela es el único país de América dependiente y sirviente de otro, y para mayor vergüenza de uno más pequeño y más pobre, y todo sin disparar un tiro, sin presentar pelea.

Si los militares venezolanos fueran como los japoneses este solo hecho los induciría al suicidio colectivo. A practicarse el “harakiri”, avergonzados por la deshonra, causante de la mayor humillación que los naturales de un país hayan sufrido. Los japoneses no conciben la deshonra de entregarse sin pelear. Ni se la imaginan. Para ellos la derrota en una guerra, lo que significa haber tenido el valor de pelear, es ya una deshonra inaceptable para un militar, la cual lo obliga a inmolarse. Pero ya que no son japoneses, la espada al vientre debería ser dirigida pensando, no en el Emperador, sino en el honor nacional legado por los libertadores, cuya memoria ha sido mancillada precisamente en el bicentenario de su gesta.

Mayor razón habría para esta decisión por haber sido un militar el que cedió la soberanía de Venezuela a Cuba, en un acto de traición a la patria sin antecedente ni comparación en la historia universal. No sólo fue una traición imperdonable, sino la mayor estupidez que un estratega militar haya podido incurrir. En lugar de comprar políticamente a Cuba, sometiéndola al dominio de Venezuela, a cambio de mantenerla, aplicando criterios de geopolítica en base a los recursos petroleros, hizo exactamente lo contrario a la más elemental estrategia político-militar: entregó a Venezuela espontáneamente a los cubanos poniéndola rendida a sus pies como una odalisca ante el sultán enamorado, para decirlo irónicamente con el verso del poeta Pérez Bonalde en su “Vuelta a la patria”. Evidentemente tan grande como la traición fue la estupidez. Así en lugar de estar en estos momentos negociando a Cuba ante las grandes potencias en función de los intereses de Venezuela, pasa lo contrario: Cuba negocia a Venezuela como propiedad suya en función de su interés nacional.

Habiendo sido un militar el que cedió la soberanía de Venezuela a Cuba nada ganarían los militares venezolanos, para reivindicarse ante el pueblo y ante la historia, aplicándose la solución japonesa. Ni el “harakiri” colectivo lavaría la deshonra porque el agravio al honor nacional sólo se puede reparar con una acción que lo restablezca. El único modo de los militares reparar el honor nacional sería liberando a Venezuela del dominio de Cuba restableciendo así la soberanía.

Es fácil el acto de reparación: nada más tienen que romper con Cuba, expulsar del territorio nacional a todos los agentes cubanos y cortar el subsidio que se le viene dando a la monarquía comunista que impera en la isla. Sería la acción militar más sencilla de nuestra historia, porque contaría con el apoyo casi unánime de los civiles, pero al mismo tiempo sería la única transcendental en dos siglos de fracasos, ya que implica recuperar la soberanía perdida en mala hora y restablecer el honor nacional. No hacerlo sería trágico, no tanto para el país como para los propios militares.

El sometimiento a Cuba no puede durar mucho tiempo más. No es eterno, porque nada humano es eterno. Entonces serán civiles los que liberen al país del dominio cubano. Si así fuere, qué justificaría en adelante la existencia de la FAN? Cómo quedarían los militares ante el pueblo y ante la historia? Está claro que contando con los militares la liberación nacional sería más fácil. Sin los militares sería difícil, pero no imposible. Gandhi demostró que sin armas se podía derrotar a un ejército imperial probado en muchas guerras. Con mayor razón a uno que no ha librado ninguna.

Al liberarnos de Cuba los militares pondrían fin a dos siglos de fracasos, dando el primer paso para refundar la República y encaminarla al éxito y la grandeza. Y sería su reivindicación.



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@petitdacosta



Un fracaso llamado Venezuela (III): la plaga del caudillismo militar

En dos siglos de vida republicana apenas hemos tenido cuarenta años de democracia aunque imperfecta (1959-1999), no obstante que las 26 constituciones promulgadas la han consagrado como sistema político. Y como un castigo por haber tenido por excepción esta democracia tan corta, la ha seguido la peor tiranía militar, en la cual a la tradicional barbarie se le ha agregado la traición a la patria con la cesión graciosa de la soberanía a Cuba, un acto ruin que nos avergonzará para siempre por haberlo permitido sin hacer nada para impedirlo. El acto infame con el cual hemos perdido la República es la conclusión lógica de la postración institucional causada por la plaga del caudillismo militar, una enfermedad epidémica, contagiosa y maligna.

Entre nosotros el uniforme militar identifica al caudillo. Todo caudillo que se precie de tal debe ostentar uniforme militar. Por este motivo todos los políticos civiles vistieron uniforme militar desde 1811 hasta 1941. Eran políticos uniformados o políticos militares que convirtieron a la presidencia de la República en cargo militar. Esta tradición comenzó con Bolívar, un civil mantuano de los más ricos de Caracas, que concluida la guerra de independencia no se quitó el uniforme sino lo ostentó consagrándolo como el traje presidencial, a diferencia de Washington quien hizo lo contrario: se quitó el uniforme y se puso el traje civil reconociendo que la presidencia es un cargo civil. A partir de allí se extendió la plaga del caudillismo militar. Todos con uniforme de gala: Páez, un peón de hato; Soublette, otro mantuano; los hermanos Monagas, ganaderos de los llanos orientales; Falcón, un bachiller; Guzmán, un joven de la alta sociedad, hijo de político; Crespo, hombre de campo; Andrade, militar por herencia pero no de academia; Castro, un seminarista y dependiente de comercio; Gómez, un hacendado; y López, un bachiller. Ninguno era militar profesional. Se pusieron el uniforme para guerrear y después no se lo quitaron porque era el traje del poder. Sin el uniforme no eran poder. Con el uniforme eran, no sólo poder, sino poder absoluto.

Fueron civiles los que identificaron la autoridad con el uniforme y convirtieron a la presidencia de la República en grado militar. Una aberración política que explica el que Antonio Guzmán Blanco, un abogado egresado de la UCV con el título de Doctor en Derecho Civil, haya optado por preferir que se le llamara General y así se le conozca en la historia, omitiendo su título universitario. Fueron civiles los que crearon el culto al uniforme, disfrazándose de militar y manteniendo el disfraz para toda la vida.

A la identificación de la presidencia con el uniforme militar, y a éste como el traje del déspota, se debió que el único modo de cambiar de gobierno era alzarse en armas, la vía segura para que el civil alzado se pudiera vestir de militar. Para evitar que le sucediera lo mismo que a todos sus antecesores, Gómez inventó la FAN, un cuerpo profesional con monopolio de las armas. Por esta circunstancia hubo un cambio político sin duda: desaparecieron los políticos civiles que se vestían de militares (o sea, los políticos militares) y aparecieron los militares que hacen política considerando a la presidencia de la República como cargo militar y el de Comandante en Jefe como máximo grado militar, reservado por tanto a militares (o sea, los militares políticos). Los golpes de 1945, 1948, 1952, 1962, 1992 y 1999 demuestran que la plaga del caudillismo propagada por los políticos militares ha mutado en la plaga de los militares políticos. Y esta mutación se ha tornado agresiva. Para castigarnos por haber osado tener una democracia bajo presidencia civil los militares políticos han derrumbado todos los muros de contención al militarismo: la presidencia de la República es ahora un cargo militar que se ejerce con el grado de Comandante en Jefe, uniforme y distintivos propios; al presidente difunto se le llama Comandante Supremo en lugar de Presidente Supremo, poniendo el grado militar por encima del máximo cargo republicano; y la FAN, convertida en partido político armado, proclama su ideología: “patria socialista o muerte”.

Por su agresividad el militarismo extremo ha cometido el error de tomar partido por una ideología política y por ella ceder la soberanía a Cuba. En este error está su debilidad. Y la oportunidad para los militares que quieran salvar a la FAN, salvándose ellos mismos en dos pasos: liberar a Venezuela de Cuba y despolitizar a la FAN, dados los cuales los civiles nos encargaremos de desmilitarizar la presidencia de la República.

La historia enseña que de debajo de las piedras saldrán.

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martes, 16 de septiembre de 2014

Samper, Capriles, Ramos Allup y otros desatinos por Gustavo Coronel


Samper, Capriles, Ramos Allup y otros desatinos

Durante la visita a Caracas del nuevo secretario General de UNASUR, el Sr, Ernesto Samper, quedó una vez más en evidencia que esta organización está hoy en manos de alimañas. En un video que pasará a la historia de la adulación y de la desvergüenza, ver: http://www.cablenoticias.tv/vernoticia.asp?WPLACA=25207, el Sr. Samper, reemplazo del ex terrorista Alí Rodríguez Araque dijo: “Felicito a mi querido amigo, Nicolás Maduro, por su victoria presidencial y me complace decir que, en sus manos, Venezuela está en muy buenas manos”. Samper también se refirió a su “querido canciller Ramírez”, y, con nostalgia, al “Comandante-Presidente”, en una bochornosa actuación no apta para diabéticos. No dejó dudas el Sr. Samper de que lleva la cartera del lado de su corazón.

Por qué la actitud de Samper es bochornosa, desfachatada y adulante? Porque ese señor viene a Venezuela en su condición de funcionario de un organismo internacional, llega a un país profundamente dividido y en trágica situación debido a la ineptitud y crueldad del régimen militarizado y cubanoide que lo tiene bajo su pezuña y se pone de inmediato a su servicio, a pesar de que aspira a ser árbitro en un nuevo ciclo de diálogo . El “árbitro”, antes de comenzar el partido, mostró su afecto y apoyo incondicional a uno de los dos equipos. No puede ser aceptable como árbitro este señor, explícitamente afín al régimen de Maduro. Y esto para no hablar de la conchupancia de Samper con Cuba y los castro y con su aceptación de dinero del narcotráfico para su campaña presidencial, lo cual fue probado y certificado en USA y en Colombia.

Pero con la torta azucarada de Samper en Miraflores no terminó el sainete de baja monta. Apenas comenzó. De inmediato el Gobernador de Miranda y cabeza visible de la oposición-MUD dijo lo siguiente: “Caracas, 12 sep. (EFE): “Ojalá se inicie un diálogo verdadero en el país, para buscarle salida a este caos, no sólo económico y social, sino también político”, invitando a los cancilleres de UNASUR y a Samper a ver la situación del país, como si ello no fuera un hecho público y notorio que solo desconocen quienes quieran desconocerlo. Ya hemos perdido la capacidad de asombro frente a las actuaciones complacientes de la oposición-MUD. Como es posible que después de oír a Samper decir lo que dijo, Henrique Capriles esté de acuerdo con una nueva ronda de diálogo? Por qué sigue esta gente empeñada en jugar en un campo que no es equitativo, con árbitros indignos, validando con su presencia un régimen cruel, perverso, corrupto e inepto que debería ser sacado a patadas de Miraflores?

Y, para que no quedase duda alguna, esto es lo que dijo, entusiasmado, Henry Ramos Allup: “La llegada del colombiano Ernesto Samper a la secretaría general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) puede conducir a la reactivación del proceso de diálogo entre el Gobierno y la oposición”. Agregó: “Nosotros señalamos como auspiciosa la designación del presidente Samper, no solamente por su reciedumbre y su firmeza, sino porque estamos seguros de que no va a ser un apéndice ni un instrumento de nadie”. Habla de su reciedumbre y firmeza, de que no va a ser un instrumento de nadie, después de oír la vergonzosa pasada de rabo de Samper a Maduro. La verdad es que esta gente vive en un mundo moral muy extraño.

Ya basta de esperar actitudes de verdadera reafirmación democrática por parte de Capriles, de Ramos Allup y de quienes los acompañan en su afición por los cuentos de los hermanos Grimm. No es posible que gente tan acomodaticia pueda aspirar a la presidencia del país o representar a los millones de venezolanos que sufren las indignidades de este régimen. La condición invertebrada es explicable entre los miembros de la pandilla del régimen, cuya condición natural es la corrupción y la ignorancia. Pero no es explicable en una oposición que debería defender vigorosamente los estándares de calidad y dignidad ciudadanas que diferencian a un país civilizado de un gentío sin rumbo.

Otro diálogo con ese rastrero Sr. Samper de árbitro? Ello debe ser firmemente rechazado por todos los venezolanos decentes.

Y a la MUD solo puedo decirles: si no pueden o no quieren liderar, apártense! `Ya Ramos Allup ha confesado que la MUD no representa sino intereses políticos. Hoy lo dice en El Universal: “Nosotros representamos intereses políticos y no sectoriales. No representamos a estudiantes, trabajadores, productores, consumidores, industriales, ni militares retirados. Ellos tienen sus propios intereses y es una grosería que pretendamos representarlos a ellos como que ellos pretendan representarnos a nosotros”.

De allí que sea indispensable que el país se reúna en torno a un gran Frente Nacional para presionar la salida del régimen.




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La conjura de los infiltrados contra Venezuela por Jesús Petit da Costa

opinión

La conjura de los infiltrados contra Venezuela 


JESUS PETIT DA COSTA




Venezuela derrotó a Cuba en el campo de batalla. Sucedió en los años 60 del siglo pasado. ¿Qué hizo entonces Cuba? Procedió a infiltrar el ejército venezolano con Chávez. Así fue como el ahora difunto se convirtió en un infiltrado de Cuba en el ejército de Venezuela. Como todo infiltrado simuló ser lo contrario. Proclamó un credo nacionalista, anti-imperialista, bolivariano. Hasta que llegó al poder y le entregó Venezuela a Cuba. Desde entonces la monarquía comunista cubana, la dinastía de los Castro, manda en Venezuela, donde ha instalado un gobierno títere. 
Para el difunto Venezuela no limitaba al oeste con Colombia, sino con las FARC. Lo dijo varias veces. ¿Qué quiso decir? Que, por órdenes superiores recibidas de Cuba, les entregaba a los colombianos el territorio venezolano ocupado por ellos. No era que Venezuela limitaba con Colombia más allá de las fronteras. Al revés, era que Venezuela limitaba con Colombia más acá de la frontera, puesto que los guerrilleros colombianos estaban, y aún están, dentro de territorio venezolano. Muchos creyeron que lo decía por solidaridad comunista, cuando era en verdad el segundo capítulo de la traición a la patria.
La oligarquía bogotana, que ha gobernado en Colombia, desde antes de la independencia, entendió la bolada (en venezolano: ocasión propicia). Entonces se dijo: Uribe estorba porque persigue a los guerrilleros comunistas cuando son colombianos que están conquistando territorio venezolano regalado. Exactamente, así como a Cuba el difunto le regaló la soberanía política, también a los colombianos les regaló la soberanía sobre el extenso territorio fronterizo. Entonces los “cachacos” de la rancia oligarquía bogotana, dueña secular de Colombia, decidieron sustituir a los “paisas” que llegaron con Uribe, amigos de Venezuela por solidaridad democrática. ¿Qué hicieron esos “oligarcas”? Infiltraron las filas de Uribe. Le metieron el contrabando de Santos, que como todo infiltrado simuló ser lo contrario de lo que realmente era. Se apropió de todas las victorias de Uribe contra las guerrillas, presentándolas como suyas. Y se apoderó traicioneramente del partido de Uribe, que por él se llama de la U. La “oligarquía bogotana” hizo que sus tribunales declararan inconstitucional la postulación de Uribe para un tercer mandato y, al mismo tiempo, enjuiciaran al más uribista de los precandidatos, el que llamaban “uribito.” Todo era para encallejonar a Uribe y obligarlo a respaldar la candidatura de Santos, que para tener mayor simulación era atacada desde aquí por el traidor ahora difunto. Puro teatro. Apenas ganó, Santos se abrazó con el que decía ser su enemigo declarándose ambos los “mejores nuevos amigos.” Ya está claro que Santos era un infiltrado en las filas de Uribe. Lo que está por verse es si esta movida de la oligarquía bogotana que lo acompaña terminará sólo desmembrando el territorio venezolano o haciendo de Colombia otro peón de Cuba.
Tiene fundamento la sospecha de que fueron los guerrilleros colombianos los que indujeron a los Castro de Cuba a que escogieran al colombiano Maduro para suceder al traidor, ahora difunto, en la presidencia de Venezuela. No un venezolano, como Bolívar, en la presidencia de Colombia con guerrilleros venezolanos en territorio colombiano. Al revés, un colombiano en la presidencia de Venezuela con guerrilleros colombianos ocupando territorio venezolano. Evidentemente la oligarquía bogotana se está aprovechando del estado de indefensión en que se encuentra Venezuela por la entrega a Cuba. Hace lo mismo que hizo la Italia de Mussolini cuando Hitler ocupó Francia, que se apoderó de los territorios alpinos, aunque no pudieron poner a un italiano en el gobierno colaboracionista de Vichy porque los franceses hasta a los traidores le exigen la nacionalidad.
Ahora la oligarquía bogotana completa su aprovechamiento de la indefensión de Venezuela, infiltrando al “cachaco” Samper en UNASUR, el instrumento suramericano de la Internacional Comunista. Su papel es evitar que Venezuela recupere su soberanía política ante Cuba y su soberanía territorial plena ante Colombia. Con el mayor cinismo el colombiano Samper exclamó: “Venezuela está en buenas manos”, desde luego, en buenas manos para la Colombia que negocia con Cuba en Cuba por ser Maduro colombiano, comunista y títere de Cuba.
Así la oligarquía bogotana cree que es más viva que los Castro. Pudiera suceder que, por primera vez en la historia, sus cálculos resulten fallidos y, mientras Venezuela resurja de sus cenizas, para lo cual basta con salir del colombiano Maduro, sea Colombia la que caiga bajo el dominio de la monarquía comunista cubana.
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La conjura de los infiltrados contra Venezuela  : Noticiero Digital