viernes, 28 de marzo de 2014

El camino de servidumbre bolivariano. Por JUAN RAMÓN RALLO

El camino de servidumbre bolivariano
Por JUAN RAMÓN RALLO


“El Ejecutivo venezolano obliga a sus ciudadanos a aceptar un bolívar diluido”.





Tras toneladas de maquillaje estadístico, el paraíso socialista de Venezuela cerró 2013 con una inflación del 56,2 por ciento y una devaluación del bolívar superior al 30 por ciento. El robo inflacionario viene de lejos —desde 1999, la moneda acumula una inflación del 1.900 por ciento y una devaluación oficial de más del 90 por ciento— y no parece que Maduro tenga interés alguno en ponerle fin: a finales de enero, el IPC interanual seguía por encima del 56 por ciento y el Ejecutivo chavista estableció un tipo de cambio dual por el que el bolívar se devaluaba un 46 por ciento adicional para prácticamente todas las operaciones con el exterior (comercio electrónico, importación de bienes no calificados como de primera necesidad, pago con tarjeta, turismo, cobro de remesas, etc.).

Desde la época de Juan de Mariana sabemos que la inflación no es otra cosa que un robo perpetrado por el Estado sobre la población a través del envilecimiento de la moneda. El caso de Venezuela no es una excepción, sino más bien su deplorable confirmación más actual: el Gobierno venezolano no sólo se ha dedicado históricamente a asaltar las ingentes reservas de dólares que poseía el banco central gracias a la petrolera PDVSA, sino que, desde 2001, ha multiplicado por 38 la cantidad de monedas y billetes en circulación. Por tanto, sí: la inflación venezolana es un robo a mano armada consistente en diluir el valor de los bolívares que el Estado obliga a los ciudadanos a aceptar.

Claro que el objetivo de todo atracador profesional es que su víctima no sea consciente de la rapiña que está padeciendo. Por eso, desde hace más de una década el Ejecutivo venezolano viene aprobando controles de precios y controles de cambios con el propósito de enmascarar la inflación real que experimenta la población: ahora bien, prohibir normativamente el encarecimiento de las mercancías internas o de las divisas externas no hace que éstas se vuelvan más asequibles para la población, sino que, por el contrario, dejen de estar a la venta.

No en vano, todo control de precios supone la antesala del desabastecimiento en tanto en cuanto destruye la función coordinadora de los precios de mercado: por un lado, los oferentes se niegan a seguir produciendo para vender a unos precios que no cubren sus costes reales (también hipertrofiados por el robo inflacionista); por otro, los demandantes no constriñen sus pedidos toda vez que el Gobierno ralentiza la escalada de precios. ¿El resultado? Hundimiento de la oferta y crecimiento de la demanda, esto es, desabastecimiento en los mercados oficiales y surgimiento de mercados negros donde, escapando de la arbitraria normativa estatal, sí se pueden cerrar transacciones a precios de verdad.

Los venezolanos bien lo saben por dolorosa experiencia: el índice de escasez que elabora el propio Banco Central de Venezuela alcanzó en enero el 28 por ciento; es decir, el 28 por ciento de los productos que deseaban adquirir los venezolanos no se hallaban disponibles en las tiendas. Asimismo, aunque el tipo de cambio oficial se ubica en 11,7 bolívares por dólar (ó 6,3 para unas pocas transacciones), en el mercado negro —que es donde verdaderamente se pueden comprar los billetes estadounidenses— ya supera los 85 bolívares por dólar.

Con todo, lo más grave del desabastecimiento ocasionado por los controles estatales de precios no es el proceso de pauperización al que se somete a la población, sino el poder absoluto que otorgan al Gobierno para pastorear la vida de sus ciudadanos. Al cabo, todo desabastecimiento generalizado suele ir acompañado de un racionamiento estatal de la oferta de mercancías y de divisas: son los políticos y los burócratas quienes escogen quién puede comprar cuánto de cada cosa. En ocasiones, el dirigismo estatal es directo mediante la instauración de cartillas de racionamiento; en otras, algo más indirecto, esto es, distribuyendo arbitrariamente las divisas que se necesitan para importar mercancías del extranjero: por ejemplo, el Gobierno de Maduro ha denegado a diversos periódicos las divisas que requerían para importar papel y tinta, de modo que desde hace varios días estos rotativos no pueden editarse. Precisamente, en su célebre obra Camino de Servidumbre, Friedrich Hayek advirtió de los riesgos totalitarios de todo Estado excesivamente intervencionista. Venezuela está siguiendo paso a paso esa senda de sometimiento delineada por el Nobel austriaco. Lógico, pues, que una parte notable de sus ciudadanos se resista a ser conducida como ovejas al matadero y se rebele contra el régimen que les oprime; trágicamente lógico, asimismo, que el Gobierno venezolano reaccione recordándonos cuál es el fundamento último sobre el que descansa la autoridad política de todo Estado: La violencia sistemática. Por desgracia, el Socialismo en su versión más descarnada —la abierta explotación estatal de una parte de la sociedad por la otra parte— conduce inexorablemente al enfrentamiento social: Venezuela sólo está siendo su enésima víctima.

Mientras tanto, en casa, las oligarquías intelectuales y económicas españolas se dividen en dos grupos con respecto al drama venezolano: Por un lado, aquellas que forman partidos políticos, se visten de chándal y guardan silencio cómplice sobre los abusos del régimen bolivariano mientras defienden su implantación en nuestro país; por otro, aquellas que dirigen multinacionales, se visten de traje y guardan silencio cómplice sobre los abusos del régimen bolivariano mientras trapichean con su lucrativa petrolera PDVSA. Unos y otros —extrema izquierda política y rancia élite corporativista patria— forman parte, en el fondo, del mismo establishment liberticida que antepone sus dogmas de fe y sus intereses crematísticos a la libertad. En este caso, a la libertad de los venezolanos.


Cortesía de eleconomista.es.
Rallo es director del Instituto Juan de Mariana y profesor del centro de estudios OMMA.

martes, 25 de marzo de 2014

Y el diablo es, una vez más, el liberalismo

BYUNG CHUL HAN 
Y el diablo es, una vez más, el liberalismo

Cada cierto tiempo, el antiliberalismo crea un filósofo de moda, a ser posible rebuscado y exótico con un mensaje apocalíptico desde la tribuna integrada. En este caso es Byung Chul Han, coreano emigrado a Alemania, que, en la senda pobrista, como diría Antonio Escohotadosentencia en El País:
Y ahí viene el diablo, que se llama liberalismo o Fondo Monetario Internacional, y da dinero o crédito a cambio de almas humanas.
Es al menos paradójico que Byung Chul Han sea un surcoreano que vive en una Alemania reunificada. Porque si hay dos países que muestran a las claras las bondades del liberalismo político y económico son Corea del Sur, en comparación con la comunista y totalitaria Corea del Norte, y la Alemania liberal de la RFA, que tuvo que digerir el empacho de la república democrática alemana en su versión marxista-leninista.
Y no deja de ser relevante que Byung Chul Han hiciese su doctorado con una tesis sobre Martin Heidegger, el maestro del irracionalismoque se alió filosóficamente con Hitler para su proyecto antihumanista y antiilustrado, es decir, antiliberal. En el que se combina el infundado conservadurismo antitecnológico con la moralina de ultraizquierda.
Contra lo que dice Byung Chul Han, el liberalismo es el único sistema intelectual que ha pensado en profundidad el tema de poder y su corolario, la violencia. A través de mecanismos como la separación de las instituciones que ostentan el poder, el liberalismo se ha encomendado como principal misión la de construir un orden político en el que las relaciones humanas se lleven a cabo con la menor violencia posible, y siempre y cuando sea legítima. De Locke a Rawls pasando por Kant o Nozick, el sistema liberal ha permitido, como sostiene Steven Pinker, a miles de millones de ciudadanos vivir libre y prosperamente en sociedades abiertas, tolerantes y con un futuro de paz.
El liberalismo ha creado, como vio incluso Marx, un sistema de incentivos que, gracias a la innovación y la creatividad, ha permitido que se sienten las bases de democracias liberales en las que, como ha señalado repetidamente Amartya Sen, nunca se ha dado una hambruna. Por supuesto, hay que pagar un precio: el malestar en la cultura del que hablaba Freud. Pero ello es inherente a la condición humana, y de hecho el capitalismo es el sistema que permite una mayor multiplicidad de campos y actividades de acción para que dicha creatividad se oriente de los modos más diversos. ¿Que ser libres implica estar estresados? ¡Bienvenido sea el agotamiento de la libertad! Lo que les sucede a estos filósofos instalados en la sospecha como método y la beatería como contenido es que se no aplican su propio método. Entonces encontrarían en su interior aquello sobre lo que advirtió Erich Fromm: el miedo a la libertad.
Durante mucho se pensó que era la religión el tipo de ideología que alienaba a los seres humanos. Posteriormente se denunció a la tecnología como el opio del pueblo. También se ha hablado del fútbol o los medios de comunicación como manera de engañar a las masas. Pero lo que hay que plantearse cada vez más seriamente es si son determinados filósofos los que, llevados por ese "resentimiento contra la vida" que denunció Nietzsche, han sido los grandes alienadores de la sociedad, conduciendo a hombres y mujeres hacia alucinaciones distópicas que, en el mejor de los casos, terminan en sectas ininteligibles e imposturas intelectuales, en el sentido que denunció Alan Sokal. En el peor, a esos genocidios de corte filosófico que ensombrecieron el siglo XX y que nunca debieran volver a aparecer en el XXI.

viernes, 21 de marzo de 2014

Chile, fértil provincia y señaladapor Antonio Sanchez García

Chile, fértil provincia y señalada

autro image

El mundo se impacta por el duelo que nos acongoja. Pero los asilados de ayer, que hoy gobiernan en la próspera democracia chilena no solo le dan la espalda a quienes reviven sus sufrimientos, sino que en un asombroso giro de la conciencia se solidarizan con los asesinos. Y quien viviera la muerte de su padre en prisión y por causas y azares del destino acaba de asumir por segunda vez la Presidencia de la República, no corre en auxilio de los reprimidos, sino del represor. Lo mismo hacen uruguayos y argentinos. Aunque usted no lo crea.

“Chile: ¿quién podrá olvidarte?

Juan Panadero de España

te cantará en todas partes”


Rafael Alberti, Coplas de Juan Panadero



1.

Conocí a Rafael Alberti, sin duda ninguna junto con Federico García Lorca el poeta español más popular del siglo XX, a comienzos de 1978. A poco de cumplirse los cuatro años del destierro al que me empujara el golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende y a pocos meses de haber conocido a mi esposa, que acababa de grabar con Alberti en Italia y en España uno de los más bellos discos de su prolífica carrera: Soledad Bravo-Rafael Alberti. Un disco que obtuviera el Grand Prix du Disque de la Académie du Disque Charles Cros, de París, el Oscar de los premios discográficos, que ese año, 1979, compartieran solo dos latinoamericanos: ella, Soledad Bravo, y la pianista argentina Marta Argerich.



En ese disco, para mí una de las más deslumbrantes creaciones de Soledad, pues ella había musicalizado todos los poemas de Rafael, con excepción precisamente de las Coplas de Juan Panadero, musicalizadas por un viejo y querido amigo suyo, el cantautor uruguayo Daniel Viglietti, sobresalía el poema a “Pablo Neruda en el corazón”. Decía de los militares que acosaran y empujaran al suicidio del magistrado chileno:



“No dormiréis, malvados de la espada, cuervos nocturnos de sangrientas uñas, tristes cobardes de las sombras tristes, violadores de muertos…No dormiréis jamás, porque estáis muertos”. (http://www.youtube.com/watch?v=ldDF7AB8d0c)



Y tratándose de una obra dominada por la pesadumbre del destierro y la muerte –Soledad había dejado su Rioja natal antes de cumplir los 7 años arrastrada por la resaca de la posguerra civil, y Alberti no regresaba aún a su Cádiz natal después de cuarenta años de trashumancia por las tierras de América, para venir a asentarse finalmente en el Trastévere acechando a la espera del renacimiento de la democracia española, justamente en donde se reunieran ambos a grabar esos poemas inéditos (soleares, coplas, sonetos)–, la presencia de Chile era permanente e inevitable. No solo por mi presencia, sino porque por esos años nadie en el mundo, y me atrevo a decirlo sin temor a exagerar, llevaba de una u otra manera luto por la tragedia vivida por “esa región antártica famosa”, en donde, como lo señalara uno de mis maestros de lecturas, Walter Benjamin, que se suicidara huyendo de los nazis al borde de entrar en España desde Francia, se había consumado de manera paradigmática el trágico encuentro del mártir y el tirano. La clásica constelación del drama barroco alemán del siglo XVII.



Soledad, de paso visitando a venezolanos amigos que seducidos por “la revolución con rostro humano” vivían en Santiago, había salido de Chile pocas horas antes del golpe de Estado del 11 de septiembre, con destino a Lima y La Habana. Y había tenido oportunidad de acompañar a su amiga Haydée Santamaría, directora de Casas de Las Américas y hermana de otro mártir, el joven dirigente estudiantil Abel Santamaría, cuyos ojos le fueran presentados a la joven y combativa intelectual cubana en una bandeja en la misma prisión en que ella se encontrara tras el asalto al Cuartel Moncada –en homenaje de Abel compondría Silvio Rodríguez “La canción del elegido”, hecha famosa en la voz del primer disco de Soledad dedicado a la Trova Cubana–, en el acto de masas celebrado en la Plaza de la Revolución de La Habana en homenaje a Salvador Allende. Por esos mismos días, en carne viva la conmoción por la tragedia chilena, grabaría en la capital cubana acompañada a la guitarra y a dúo con Silvio Rodríguez su tema “Santiago de Chile” –“eso no está muerto, no me lo mataron, ni con la distancia ni con un vil soldado” (http://www.youtube.com/watch?v=y82ptW4utEA)– y acompañada también por Pablo Milanés la canción “A Salvador Allende en su combate por la vida” y “Yo pisare las calles nuevamente” –“de lo que fue Santiago ensangrentada y en una plaza liberada, me detendré a llorar por los ausentes”–.



Chile, ¿quién podría olvidarte? Un año antes de la grabación con Alberti, en 1976, Soledad grabaría su segundo álbum dedicado a la Trova Cubana, cuyos temas emblemáticos, que dieran a conocer masivamente a Pablo y Silvio en Europa, eran precisamente los dedicados a Salvador Allende y a Santiago de Chile. De modo que el duelo que llevábamos por Chile, yo por razones obvias, Soledad por pura solidaridad y amor venezolanos a un país y a un pueblo que admiraba –Violeta Parra, ¿quién podrá olvidarla?– ocupaba todos los resquicios de nuestra vida en pareja. A unas bellísimas décimas de Violeta, “Ríos de sangre”, dedicadas a la España “de la reja, la tortura y la mordaza”, como diría Alberti, Soledad le agregó una última estrofa que expresaba de la manera más cabal lo que sentía por mi patria de nacimiento: “Aquí les vengo a decir que mi canto no termina/ pues la canalla asesina  ha sometido al país/ se desangra nuestra tierra y peligra el continente/ se incendia la cordillera un día 11 de septiembre/ Y Chile sigue llorando a don Salvador Allende/ Y el mundo sigue llorando a don Salvador Allende”. El mundo, por entonces y hasta muchos años después, siguió llorando a don Salvador Allende. ¿No era como para que los demócratas chilenos lo agradecieran por los siglos de los siglos?



2.

Volvimos ambos por primera vez a Chile en la comitiva que acompañaba al presidente Carlos Andrés Pérez a la asunción de mando del primer presidente de la nueva era democrática del Chile posdictatorial, don Patricio Aylwin. Satisfacía el presidente Pérez, un demócrata a carta cabal y hombre de inmenso corazón venezolano, quien diera alma, corazón y vida por abrirles los brazos de Venezuela a los perseguidos de la dictadura y pusiera todos sus empeños en coadyuvar al reencuentro de las fuerzas democráticas chilenas que hacían vida en Venezuela –inolvidable el encuentro celebrado en junio de 1975 en la Colonia Tovar, donde de hecho naciera la Concertación chilena, bajo el auspicio, el resguardo y el financiamiento del gobierno venezolano y la Fundación Friedrich Ebert, de la socialdemocracia alemana–, el expreso pedido de factores cercanos a Patricio Aylwin para que lo acompañara a Chile Soledad Bravo. Le agradecían el que durante los 17 años transcurridos desde la tragedia, Soledad –y soy testigo de excepción, pues la he acompañado en todos ellos– no diera uno solo de sus incesantes conciertos, donde quiera se presentara, en cualquier país de América o de Europa, sin cantarle a Salvador Allende, a Santiago de Chile, a Violeta Parra. Ni siquiera cuando, por imperativo de sus propias pulsiones existenciales, se abriera a la música popular del Caribe y sus conciertos fueran un despliegue de su sorprendente versatilidad: siempre hubo un lugar a la reflexión, a la comunicación íntima, al dolor por un pueblo aherrojado. Se entendía el agradecimiento de aquellos desconocidos funcionarios de la Cancillería chilena que se inauguraba en la diplomacia democrática pidiendo la presencia de una venezolana amante y defensora de su patria.



El reencuentro fue muy emocionante. Nos esperaba en la escalerilla del avión presidencial Enrique Silva Cimma, primer canciller de la democracia chilena y venezolano de corazón: había vivido en Caracas y, hombre cabal y agradecido, sabía lo que nuestros gobiernos –todos, sin excepción ninguna– habían hecho por los demócratas chilenos. Sin pedir nada, absolutamente nada a cambio. Ya se tratase de iguales –democristianos o socialdemócratas– o militantes de la ultraizquierda. En ese vuelo, acompañados por la grata presencia del vicealmirante Mario Iván Carratú Molina, jefe de la Casa Militar, todos los pasajeros tenían que ver de una u otra forma con la resistencia chilena: desde José Vicente Rangel y su esposa, la chilena Ana Ávalos, hasta Diego Arria, amigo íntimo de Orlando Letelier, cuya liberación obtuviese y cuyos restos, luego del atentado de los servicios de inteligencia de Pinochet que le cegaran la vida, trajese a Venezuela y luego repatriara a Chile por propia iniciativa de amistad y afecto. Pastor Heydra, que viviera en el Chile de la Unidad Popular. Y desde luego el canciller Reinaldo Figueredo, que solía entregarles por orden de Carlos Andrés Pérez los fuertes estipendios en dólares a quienes, sin siquiera vivir en Venezuela, sino en México, venían a solicitarlos a Caracas. Han ocupado luego puestos de alcurnia en los gobiernos de la Concertación, tanto en ministerios, como en embajadas y organismos internacionales.



Una extraña y para mí siempre incomprensible frialdad fue distanciando de nuestro país, sus tribulaciones y desventuras a quienes fueran tan fraternal y generosamente recibidos, acogidos y respaldados por el ancho e infatigable corazón venezolano. Por insólito que parezca, gracias en gran medida a las políticas implementadas por la dictadura, respetadas y continuadas luego por todos los gobiernos de la Concertación, Chile salió de la más profunda ruindad y la más agreste devastación material y espiritual para enriquecerse como nunca antes en sus quinientos años de historia. El país que al 11 de septiembre no valía un centavo –y no es una metáfora, es una cruda e irrebatible realidad– se convirtió gracias a la visión, laboriosidad y esfuerzo de sus élites en una de las naciones más prósperas de la región. Si en 1973 no se encontraba muy lejos de Cuba en represión y miseria, hoy golpea de pleno derecho los portales del primer mundo. Ha alcanzado un IPC de 20.000 dólares. Mientras en la Cuba de Fidel Castro el promedio del ingreso anual de un trabajador no supera los 250 dólares.



3.


El mundo, dice la sabiduría popular, da muchas vueltas. Y la Venezuela de hoy vive las tribulaciones y el drama que trajera a los náufragos de Salvador Allende a la próspera y democrática Venezuela. En tan solo un mes han sido asesinados por la dictadura de Nicolás Maduro 28 jóvenes venezolanos que manifestaban por la libertad. El mundo se impacta por el duelo que nos acongoja. Pero los asilados de ayer, que hoy gobiernan en la próspera democracia chilena no solo les dan la espalda a quienes reviven sus sufrimientos, sino que en un asombroso giro de la conciencia, se solidarizan con los asesinos. Y quien viviera la muerte de su padre en prisión y por causas y azares del destino acaba de asumir por segunda vez la presidencia de la república, no corre en auxilio de los reprimidos, sino del represor. Lo mismo hacen uruguayos y argentinos. Aunque Usted no lo crea.



De niño escuchaba en la escuela pública 199, cercana a nuestra humilde vivienda de la calle San Luis, en el barrio Independencia de Santiago, donde en dos cuartos vivíamos siete hermanos y mis padres, hablar no sin cierta amargura de lo que mi inolvidable maestra, doña Elsa Santibáñez, llamaba “el pago de Chile”. La ingratitud con que se tratara a dos grandes entre los grandes, la poetisa y Nobel de Literatura Gabriela Mistral, y el inmenso y fabuloso pianista, uno de los mejores intérpretes de Beethoven, Claudio Arrau. Hay muchos más: el poeta Vicente Huidobro, el pintor Roberto Matta, y tantos otros. No encuentro otra explicación que esa tara genética de la ingratitud nacional ante el desapego, el desinterés, incluso la apatía y el desprecio con el que quienes más afecto y medios recibieron de Venezuela, la izquierda chilena, se hayan volcado a respaldar la dictadura de Nicolás Maduro. Volviéndole la espalda a la democracia a la que, en muchos casos, hasta deben sus vidas y las de sus hijos.



Michelle Bachelet es un caso ejemplar de ingratitud, si bien no recibió los privilegios del trato venezolano. Pasó los amargos tiempos del exilio en la Alemania comunista, protegida por el mecenazgo de la más abyecta y sumisa de las dictaduras estalinistas. Pero seguramente está enterada del trato que sus compañeros del Partido Socialista recibieran en nuestro país. Sobran quienes podrían darle cuenta del caso: el ex secretario del Partido Socialista chileno y embajador de Chile en España Gonzalo Martner, cuyo padre y familia se avecindaran por años en la Venezuela democrática; el periodista Carlos Jorquera, portavoz de Salvador Allende; Sergio Bitar, ex ministro y presidenciable que aún mantiene familia y negocios en nuestro país; Juan Somavía, ex embajador de Chile en Naciones Unidas y secretario general de la OIT, becado por Carlos Andrés Pérez para auxiliarlo en el sostén del organismo comunicacional que gerenciaba en Ciudad de México; Aniceto Rodríguez, junto a Salvador Allende líder indiscutido del Partido Socialista chileno, que se convirtiera en un venezolano y fuera recompensado con la primera Embajada del Chile democrático en nuestro país y una de cuyas hijas ha respaldado con entusiasmo a Hugo Chávez y a Nicolás Maduro en Chile. Y me limito solamente a mencionar algunas de las personalidades del Partido Socialista por ser el partido de la actual presidenta. De nombrar a miristas, radicales y democratacristianos necesitaría el especio del que no dispongo. No cambiaría en nada: la ingratitud de los chilenos es demasiado ancestral, inveterada y populosa como para insistir en el tema.



Basta con tenerlo presente. Pues lo mismo podrían contar un uruguayo, un boliviano, un peruano, un ecuatoriano y, desde luego, un argentino. Vivieron por decenas de miles en Venezuela para sortear la prisión, la persecución y las balas. Ya lo olvidaron. Lo mismo han hecho cientos de miles de colombianos, que han liberado a su país de un inclemente peso sociológico y económico labrándose su futuro en Venezuela. La economía de la memoria recomienda mantenerla limpia de comprometedores recuerdos que requieran elementales agradecimientos. Más vale esconder la mano que recibió la desinteresada dádiva. Cuarenta años después de sus tragedias, sus cancilleres pretenden venir a darle una manito al tirano en desgracia que ensangrienta las calles de Caracas, de Valencia, de San Cristóbal, de Maracaibo, de Ciudad Bolívar, de Puerto La Cruz. Usando incluso la mano de obra gansteril y represiva de la soldadesca cubana.



Los recibirá un pueblo que está aprendiendo la amarga lección de la ingratitud con que sus vecinos pagan su generosidad. Y se engrandece en el dolor de su solitario sufrimiento. La historia siempre recomienza. Y como el mundo seguirá dando vueltas, puede que un día no muy lejano reciban el pago de Venezuela.







Chile, fértil provincia y señalada

jueves, 20 de marzo de 2014

La intolerancia de Aveledo por Armando Durán

La intolerancia de Aveledo

autro image


1.   “Nunca ha querido Armando Durán a la Mesa de la Unidad Democrática…”.



Así comienza Ramón Guillermo Aveledo, jefe administrativo de la MUD, el ofensivo ataque que me lanzó el pasado martes en esta misma página web de El Nacional. Una afirmación categórica, en el mejor estilo de Rafael Caldera, cuya arrogancia lo llevaba a dividir a lo demás en dos grupos. Quienes lo querían, o sea, los buenos, que merecían ir al paraíso, y los que no, los malos, condenados de antemano al fuego que quema, pero no consume del infierno medieval. Grave manifestación de intolerancia que repite ahora Aveledo y que, por supuesto, nada tiene que ver con el serio ejercicio de la política.



El llamado en primera página de este diario anunciando su artículo, titulado “Mentir por mezquindad”, me llamó de inmediato la atención. Pensé: ¿Al fin ha decidido Aveledo enfrentar públicamente a Maduro y desmentir los rumores que lo colocaban, bien en Nueva York o Washington, bien enfrascado en la tarea de promover una inexplicable reunión privada de Henrique Capriles con Maduro en Miraflores? Tremendo error el mío, porque el destinatario de este catálogo de infames insultos (me llama mentiroso, mezquino, ignorante) no era Maduro, sino yo. Y tremenda sorpresa al descubrir que a pesar de los 40 días de crisis sin precedentes en Venezuela, de represión masiva y arbitraria, de decenas de estudiantes muertos, heridos y torturados,; a pesar, en fin, de la sistemática violación de los derechos humanos y la progresiva militarización del país, a Aveledo, cabeza visible de la alianza de partidos opositores llamada MUD, le sobra tiempo libre suficiente para permitirse el lujo de apartarse por unas horas de su misión de dirigir la maquinaria opositora y perderlo, sin ningún escrúpulo, en atacar a un relativamente insignificante escribidor de crónicas políticas. ¿De estas naderías se ocupa el jefe administrativo de la alianza opositora en esta encrucijada de la historia nacional?



Lo nunca visto. Quizá por eso, porque responder su artículo me parecía una ociosidad idéntica a la suya, en un primer momento decidí no responder a su infeliz sarta de agravios. Después, sin embargo, algunos amigos me hicieron comprender que pasar por alto sus ofensas equivalía a darlas por buenas, de modo que aquí estoy, para poner las cosas en su justo sitio.



2.



En primer lugar, deseo insistir en mi repudio a la primera y anacrónica afirmación de Aveledo, pues no es nada sano contaminar los juicios políticos con los ingredientes del amor o del odio. Esas debilidades del alma, por ser irracionales, lo arrastran a uno al abismo. Sobre todo, como en el caso de Aveledo, si esas aserciones son tramposamente pasionales y falsas del todo. La verdad es que nunca he dejado de promover la unidad de todos los factores no chavistas como requisito imprescindible para derrotar al régimen, y desde esta perspectiva me pareció que la MUD podría ser la herramienta más acabada para armar ese dichoso andamiaje unitario. De ningún modo podía ni puedo identificar la unidad con la MUD. Lo que pasa, Aveledo, es que durante sus cinco años y tantos de existencia, la MUD se perdió en el laberinto del oportunismo y la politiquería. Nunca ha dejado de usar su excluyente y reducida interpretación de la unidad para acosar, chantajear y perseguir cualquier disidencia. Tal como advertía Fidel Castro sobre el desarrollo de su revolución, también dentro de la MUD, controlada por ellos, todo; fuera de esa MUD maniquea, nada.



Esta visión arrogante del mundo provocó la primera desviación de la alianza, al negarse sus dirigentes, desde el mismo instante de su creación, a caracterizar la naturaleza antidemocrática del régimen. Henrique Capriles, por ejemplo, durante sus dos campañas como candidato presidencial, siempre sostuvo que él no iba a caer en la trampa del debate político e ideológico con Chávez ni con el régimen. Que lo que de veras les importaba a los venezolanos eran las diferencias de políticas públicas, como si esas políticas no tuvieran a la fuerza un fundamento esencialmente ideológico. En la situación generada por la revolución chavista, entre capitalismo y socialismo. En definitiva, el problema del país no ha sido ni es de políticas públicas acertadas o no, sino del frenesí socializante del dúo Chávez-Castro para convertir a Venezuela en otra Cuba lo antes posible, proyecto que por otra parte fue repudiado por los electores en el referéndum de diciembre de 2007.



De eso debía haberse ocupado la MUD. Y de solidarizarse de verdad-verdad con la defensa a fondo de los valores democráticos (no, por favor, con los intereses de este o aquel candidato presidencial para las elecciones de 2019). Desconocer desde el primer momento el carácter totalitario del proyecto político de Chávez fue un lamentable recurso para no meterse en camisas de once varas y surfear las dificultades de la situación al menor costo posible, hasta arribar, sanos y salvos políticamente, a las próximas elecciones. Cuando quiera que sean. Como si en lugar de oponerse a una poderosa maquinaria ideológica y militar alimentada de petróleo y más petróleo, estuviéramos jugando al escondite en el marco de procedimientos institucionales normales.



3.



Equivocar intencionalmente el ser con el deber ser para no arriesgar en lo más mínimo su franquicia en el ámbito político nacional ha impulsado a la MUD a eludir por todos los medios su supuesto papel opositor. Lo que les importa a los jefes de la MUD es ceder todo lo que haya que ceder para sobrevivir. Y apartar continuamente la vista de la realidad, para potenciar la característica que yo señalo en mi artículo del lunes, “Vía crucis de Venezuela”, semilla de esta ridícula reacción de Aveledo: la MUD es una “simple alianza de partidos con fines exclusivamente electorales”.



Pecado de todos los pecados. ¿Se trataba de una grosera mentira de este escribidor, fruto podrido de la mezquindad de su espíritu? Claro que no. Entonces, ¿por qué me acusa Aveledo de mentir mezquinamente, cuando lo único que hago es plantear una posición contraria a los objetivos de la MUD pero sin ofender a nadie y haciendo uso de mi derecho democrático de opinar? ¿Acaso tampoco sus dirigentes están dispuestos a reconocer el derecho de los otros a la crítica? ¿Esa es la democracia que esta MUD de Aveledo nos ofrece para cuando despertemos de la pesadilla chavista? ¿Más de lo mismo? ¿O esa es más bien la razón de las protestas multitudinarias al margen por completo de la MUD y de que dirigentes de la talla de Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma, por discrepar del pensamiento único de la MUD, se hayan visto obligados a montar tienda aparte y solo así poder comprometerse, sin la menor vacilación, como les corresponde hacer a los demócratas cabales, con la justificada protesta de los estudiantes? ¿O será que también es mentira el llamado a la desmovilización de los manifestantes que hizo el propio Aveledo en la plaza Brión el 18 de febrero, tras la detención de Leopoldo López? ¿Acaso no fue Aveledo quien exhortó a la multitud a salir de las calles, regresar a sus hogares para luego (¿el 22 de febrero?), recuperado el buen juicio, relanzar a la dirigencia de la MUD, desdibujada por la fuerza del movimiento estudiantil, y reemprender el verdadero y único camino “correcto” de la oposición, es decir, la construcción de esa mayoría que nunca llega con la finalidad de ganarle la partida al régimen de manera pacífica en las elecciones, y dale con las elecciones, de 2019?



Aveledo, esta no es una pugna por la presidencia de la liga nacional de beisbol, ni tampoco una forma de seleccionar a la reina de unos juegos florales. Aquí y ahora nos jugamos el destino de Venezuela como nación. Una Venezuela que hoy, estremecida por las protestas y el sacrificio de la juventud venezolana, sencillamente ya no está para comiquitas ni pendejadas.



Por favor, seamos serios.





http://linkis.com/www.el-nacional.com/DyI1S




lunes, 10 de marzo de 2014

VIDEO - EL ARTE DE LA GUERRA


Principios claves: 

Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo y en cien batallas nunca estarás en peligro.

El entendimiento de tu oponente es crucial para la victoria.

Evita lo que es fuerte ataca lo que es débil.

domingo, 9 de marzo de 2014

Entrevista COMPLETA de Amanpour a Nicolás Maduro en VTV

Una sarta de mentiras interminable. Tal vez la única verdad comprobada es que, gracias a Crapriles y sus MUDos, han conseguido legitimarlo, falsamente, ante el mundo. Lo demás da arrechera. Venezuela no existía antes de estos asesinos que, si nos guiamos por las palabras de este tipo, tuvieron que pagar toda su educación desde preescolar hasta su paso por la universidad ¡QUE CARA Y QUE BOLAS!





miércoles, 5 de marzo de 2014

Manifiesto de Mérida | Foro LibertadForo Libertad - Linkis.com

Manifiesto de Mérida

Estudiantes Venezuela






Los estudiantes hemos unificado a la Nación en torno a la conquista de la Libertad de Venezuela. Por eso el régimen castro-comunista con grupos paramilitares y la Guardia Nacional, han asesinado, torturado y apresado compañeros en todo el territorio nacional. El pueblo se ha sumado con nosotros: se ha despertado el espíritu libertario ante la opresión de 15 años de este sistema político. En virtud de este momento histórico, sostenemos ante el país la siguiente postura de manera contundente, honorable e irrenunciable, frente a los que nos quieren dominar y sus colaboradores:

1)      Todo sistema político es vigente en la medida que sean representativos sus líderes: el pueblo en la calle ha demostrado que hoy dejaron de serlo. En este sentido, nos piden dialogar luego de 15 años de opresión. Nosotros no queremos paz de esclavos: nosotros somos venezolanos libres. No hay diálogo posible con un régimen clientelista y totalitario, que busca hacernos dependientes. La Libertad no está en venta. Nosotros no vamos a legitimar un régimen que ha empobrecido a la mayoría de los venezolanos. Las mesas de diálogo del año 2004, en las que estuvieron  Jimmy Carter y César Gaviria, demostraron que no hay buenas intenciones. Este tipo de regímenes son ineficientes: a propósito destruyen a las Naciones para poder controlar mejor. No dialogaremos para perpetuar en el poder a los peores venezolanos. Cualquier posibilidad de diálogo para nosotros, está condicionada imperativamente, por un cambio de raíz del sistema político.

2)      Exigimos como patriotas la retirada de toda fuerza de ocupación militar cubana. Queremos que salgan de nuestro territorio, todos los funcionarios dentro de nuestras instituciones por cuanto representan con su injerencia en nuestros asuntos internos una amenaza a la seguridad de la Nación. Nosotros queremos una Nación soberana.

3)      Vamos a conquistar nuestra Libertad. Libertad individual. Libertad económica para poder vivir producto de nuestro propio esfuerzo. Libertad de expresión para informarnos y expresarnos sin controles de ningún régimen. Libertad política para manifestarnos, reunirnos y organizarnos sin que sea un delito. Libertad para elegir sin que signifique una farsa. No toleramos los controles de este régimen castro-comunista ni de ningún otro que atente contra los valores y principios de los venezolanos.

4)      Exigimos la disolución y desarme de los grupos paramilitares que protege y arma el régimen para infundir el miedo entre los venezolanos. En este sentido, mientras siga el ataque terrorista por parte de estos grupos de manera impune, llamamos al pueblo a que se defienda. Nosotros nos protegemos con las “Trincheras de la Libertad” en nuestras ciudades y pueblos, porque no permitiremos que ataquen a lo más sagrado para nosotros: la familia y el patrimonio.

5)      Exigimos la liberación inmediata de todos los presos políticos, libertad plena para los que fueron detenidos y el regreso de todos los exiliados.
Venezolanos,
Es este el momento de definir nuestro destino. Está a prueba nuestro gentilicio y hemos sensibilizado al mundo con nuestro coraje. No hay posibilidad de cambio real si no logramos llegar hasta el final: por eso, está prohibido perder. Vamos a vencer, y con el pueblo refundar a la Nación como la más libre del continente. Por la memoria de nuestros caídos no nos vamos a rendir. Es el momento de reescribir la historia de Venezuela y suscribirla con el sudor de nuestro esfuerzo.
Es por ello, que a partir del día de hoy 02 de Marzo del 2014 desde las trincheras de la Libertad de la Ciudad de Mérida, declaramos constituida la JUNTA PATRIÓTICA ESTUDIANTIL Y POPULAR (JPEP) con la finalidad de devolverle la Libertad y la Soberanía a Venezuela, en reunión de los dirigentes estudiantiles,  juveniles y luchadores populares del país, suscribimos los abajo firmantes,

¡Libertad o nada!


Cuenta oficial de la Junta Patriótica: @jpep2014
Anzoátegui: Eduardo Bittar, Marialvic Olivares, José Petete, Johan Infante, Juan Ibor.
Apure: Alberto Mogollón.
Barinas: Luis Octavio Rivas.
Bolívar: Samuel Petit, Ligia Delfín, Rafael Tirado, Jonás Díaz.
Carabobo: Julio Cesar Rivas, Gustavo Galea, Lorent Saleh, Carlos Graffe, Ivan Uzcátegui, Rita Roa, Sabrina Cruces, Alfredo Stelling, Dimitry Belov, Marco Bozo, Francisco Abreu, Ángel Morales, Hermogenes López, Patricia Salamanca, Betania Bermejo, Angel Morales, Gabriela Suniaga, Freymar Torres, Luis Rodríguez, Daniel Coronel, Rina Rivas.
Caracas: Roderick Navarro, Francisco Márquez, Juan Flores,  Juan Requesens,  Josmir Gutiérrez, Ana Karina García, Javier González, Juan Carlos Apitz, José Javier Martínez, Guillermo Prieto, Pavel Quintero, Pablo Sanchez.
Lara: Jorge López, Luis Soteldo, Álvaro Avendaño, Iraiby Rodríguez, Raúl Rodríguez, Gabriel Lugo, Guillermo Osorno, Xavier Aldana, Tobias Alvarado.
 Mérida: Gaby Arellano Villca Fernández, Liliana Guerrero, Aimara Rivas, Guido Mercado, Diego Rimer, Eloi Araujo, José Pozo, Rafael Chinchilla, Jackson Durán, Alirio Arroyo, Fabiana Santamaría, Rómulo Canelón, Nilver Torres, Miguel Gómez, Gina Rodríguez, Carlos Velasco, Charly Aponte, Carlos Ramírez, Augusto García,  Edgar Osuna, Jorge Arellano, Jean Paul Méndez, Carlos Velázquez, Antonio Indriago, Alfredo Ocanto.
Monagas: Miguel Meneses
Portuguesa: Víctor Uribe.
Sucre: Eduardo Roque.
Táchira: José Vicente García, Wilmer Zabaleta, Leonardo Montilla, Reinaldo Manrique, Miguel Ochoa, José Aguilar, Carlos Maldonado, Juan Carlos Palencia.
Trujillo: Gabriel Boscán, Elsi Guillén, Jairo Villa, Luis Borrero, Ronald Flores, Gabriel Pérez, Andrea Bracamonte, Jesús Rubio.
Zulia: Yorman Barilla, Eduardo Fernandez, Juan Urdaneta, Victor Ruz, Luis Diaz.


Manifiesto de Mérida | Foro LibertadForo Libertad - Linkis.com


lunes, 3 de marzo de 2014

Huber Matos, la mirada envidiable por Zoé Valdés

Tenía los ojos más bellos del mundo, de un azul intenso y cálido, como si su mirada hubiera absorbido de golpe todo el mar de Cuba y el de Miami. Me recibió en su humilde casa en una ocasión, hace algunos años, para una entrevista filmada, y hace poco me dio otra entrevista escrita para El Economista. Huber Matos no escondía jamás quién había sido él y cuáles habían sido sus funciones al lado de Fidel Castro, pese a los muertos de aquella guerrilla, de cuya responsabilidad, frente a lo que él llamaba y muchos llaman todavía "la dictadura de Batista", nunca pudo deshacerse, ni quiso.
Leí voraz su libro Cómo llegó la noche, es uno de los textos claves para comprender la terrorífica personalidad de Fidel Castro y su cobardía. Cómo llegó la noche, citado en La ficción Fidel, mi ensayo publicado por Planeta en 2008, me dio la fuerza para escribir desde otros ángulos, desde otra generación, ese libro sobre Castro I, dejando a un lado mi novela sobre Batista.
En una Feria del Libro de Miami, precisamente cuando presenté ese mismo libro La ficción Fidel, Huber Matos se hallaba en primera fila, lo que yo agradecí verbalmente. Sin embargo, cuando alguien preguntó si todavía yo estaba en el camino de escribir sobre el dictador Batista, y yo contesté: "Sí, voy a escribir sobre el presidente Batista", entonces, inmediatamente tras mi respuesta Huber Matos se levantó y se marchó antes de que el acto acabara. Ahí sopesé parte de su honestidad, la de no traicionar sus principios, los de su lucha. Pero ahí también se pudo comprobar cuán difícil es una generación demasiado trascendental e histriónica que no ha dejado de mirarse el ombligo, y que no cuidó el futuro de Cuba, el futuro de las nuevas generaciones, mi futuro. Y todo por creer que vivían en el país peor del mundo, dicho por ellos mismos.
Siento un enorme respeto por Huber Matos, por el resistente, por el preso político durante veinte años, por el defensor de Camilo Cienfuegos y del pueblo cubano. Siento un inmenso cariño y admiración por el anciano, por el maestro, por el pensador. Sin embargo, sigo insistiendo en que Cuba tendrá que curarse de ese olvido nefasto en relación a las figuras que fueron en cierta medida culpables del horror, de todas. Eso ocurrirá cuando dejen de mentar invariablemente a un solo culpable: Batista. No, no es justo con la memoria de todo un pueblo. Desde el título de su libro Cómo llegó la noche ya el comandante Huber Matos, de cierta manera y hasta cierto punto, acepta que en la imposición de la oscuridad participaron muchos, todos ellos. Me inclino ante el hombre que a lo largo de toda una vida, y de todo ese libro, clave para la historia de Cuba, reconoció y asumió sus errores. Desprecio profundamente a aquellos que todavía, por oportunismo barato, siguen cometiendo errores en nombre de liderazgos absurdos, y apañando a personajes que continúan sin estar claros en la lucha por la libertad de Cuba.



Mario Noya - Huber Matos, o esto es un hombre

                                Esto no es un libro, es un hombre, Huber Matos Benítez, comandante de la Revolución Libertadora contra el tirano Batista devenida Robolución por el aún más cobarde que traidor Fidel Castro Ruz, en adelante, desde aquel promisorio pero infausto 1 de enero de 1959, Mefistófidel, Cabrera Infante dixit, cubanos sufferunt.
Cómo llegó la noche. Como un turbión de odio en el mismo, emblemático 1959. Huber Matos Benítez, comandante de la Columna 9 del Ejército Rebelde, se lo viene oliendo y temiendo desde la mera Sierra Maestra, "espectáculo magnífico" que, "vista de cerca", los entresijos del mito, "tiene sus fealdades".
He visto en Fidel cosas negativas, como sus exabruptos, los insultos a los oficiales y su tendencia al autoritarismo, a lo que se añade su tolerancia o complicidad con el negocio de la marihuana. Todo esto me tiene con un conflicto de conciencia y una seria preocupación con respecto al futuro. Sin embargo, he llegado a la conclusión de que, como no podemos esperar perfección en la condición humana, y este hombre se ha ganado la confianza del pueblo, no debo dejarme vencer por los aspectos negativos de su carácter ni por su falta de consistencia ética. Si [fuéramos] exigentes queriendo medir a Fidel con la escala de valores de nuestros héroes, como José Martí, Ignacio Agramonte o Céspedes, habría que irse de aquí.
Así que se quedó, viviendo "de cara al sacrificio, al sueño y al hambre", por ver de materializar el ideal martiano: "Que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre"; pero en estado de permanente alerta, sobre todo cuando vio empotrarse en la Revolución Libertadora a los Liberticidas, los comunistas, que primero jalearon al Batista golpista, luego condenaron el putchismo de Fidel y sus barbudos en el asalto al Moncada y por último hieneaban sin disimulo en torno a los despojos del régimen tiránico.
Pero Fidel le negaba tres y trescientas veces que fueran a implantar el comunismo. A él y al pueblo ilusionado (también al mundo ¡y en inglés!). Santiago de Cuba, 1 de enero de 1959:
El espectáculo del parque es impresionante. No cabe una persona más. Miles de hombres y mujeres llenos de entusiasmo agitan banderas cubanas y del Movimiento 26 de Julio; los árboles también están adornados con banderas. La Revolución ha triunfado. […] Nuestro jefe da a su discurso un ímpetu de barricada. Pone énfasis en señalar que se ha dado fin a la dictadura y que ésta no se repetirá jamás en Cuba. "¡Porque no se trata de sustituir a un dictador por otro!". Fidel promete que los militares estarán a las órdenes de las leyes y la constitución de la República. Alaba el proceso electoral y democrático refiriéndose al tiempo limitado que un gobierno debe permanecer en el poder. Sus palabras arrancan de la multitud el más fervoroso de los aplausos. La alegría escapa a las palabras.
Se las llevó el viento. Un viento degenerado en el huracánComunismoque sigue azotando implacable y sañudo la Isla.
Fidel Felón se quitó sinvergüenza la careta el 16 de abril de 1961, cuando declaró "socialista" la Revolución (Bahía de Cochinos entró en los mapas al día siguiente). Y "marxista-leninista" su Gobierno el 2 de diciembre, por si le quedaban dudas a algún idiota después de las ominosas confiscaciones y la vesania de los nuevos tribunales que dictaban fusilamientos al grito de "¡La Revolución es fuente de derecho!".
 Para entonces Huber Matos ya estaba preso por traición. El juicio farsa lo perpetraron en La Habana, en el Campamento Columbia, sede del Estado Mayor; ¡en el cine-teatro! Para la ocasión deberían haberlo psicoanalíticamente renominado Proyecciones, pues los traidores, lo sabían de sobra, eran ellos: Fidel y Raúl Castro y su recua de matones ladrones bocones.
Veinte años con todos sus días pagó el comandante Matos por su terrible delito: dar la vida por la Cuba Libre que asesinaron en la cuna sus compañeros de armas. Veinte años atroces, que comprendieron siete años sin recibir una sola visita, toda clase de privaciones, incitaciones al suicidio, ultrajes, huelgas de hambre,torturas, intentos de asesinato. En estas páginas imprescindibles se nos da estremecedora cuenta del espanto. Que Matos dejó atrás el 21 de noviembre de 1979, cuando cumplida íntegramente la pena puso rumbo a Costa Rica, país sin Ejército que le brindó sus magras armas para derrocar a Batista y que le volvió a recibir con los brazos abiertos después de tantos años.
Allí estipuló el héroe que reposen sus huesos hasta que la Isla Cárcel deje de serlo y puedan entonces recibir definitiva sepultura en su Yara natal, la del célebre Grito.
Alguien que está más allá de lo terrenal y transitorio ha dicho: "La verdad os hará libres". No hay lugar, por recóndito que sea, donde la verdad no pueda llegar, reviviendo todo, transformando y devolviendo la fe a los hombres. La verdad nos hace libres. Y la libertad nos da a fuerza para defender la verdad.

Mario Noya - Huber Matos, o esto es un hombre - Libertad Digital