sábado, 26 de septiembre de 2015

El exitoso fracaso de Fidel Castro, Antonio Sanchez García

Resultado de imagen de fidel castro y el papaTras cincuenta y seis años de indómita tozudez, derrengado y arrastrando su senectud en medio de los vahos y sahumerios de un gran Gurú, Fidel Castro puede darse por más que satisfecho. Todos los presidentes que gobiernan en América Latina tienen su impronta, crecieron a su vera y le prodigan una veneración digna de un semi dios. Los más distantes, como Piñera o Santos, también han ejercitado la genuflexión ante la tiranía. El último papa de la cristiandad va a prodigarle su cuota de veneración – de papa a papa – y la simpatía que le profesa alcanza tales cotas que el hijo del Prometeo caribeño cuenta que parecían dos viejos amigos. No se hable de Barack Obama, que arrió la bandera tras medio siglo de esfuerzos por sacarlo del poder. 

Si mañana se lo llevara un soponcio digno de tiranos que desafiaron la eternidad podría exhalar su último suspiro con la inmensa satisfacción de los anhelos cumplidos. Sobrevivió a Mao, a Ho, a Sadam, a Gadaffi, al Che, a Cienfuegos, a Salvador Allende, a Hugo Chávez y a todos los jerarcas rusos posteriores a Stalin, por un lado; y a Eisenhower, a Kennedy, a Johnson, a Nixon, a Reagan, por el otro, así como a generaciones enteras de jóvenes latinoamericanos que ofrendaron sus vidas tras el sueño que alimentara desde La Habana. Gobernó más que todos los papas del siglo XX y sobrevivió a Juan Pablo II, a Juan Pablo I, a Pablo VI y a Juan XXIII. ¿Qué más pedir? ¿Vivir hasta cumplir el centenario?
¿Fracaso? Superó en vida a todos los tiranos del comunismo internacional, ninguno de los cuales dominó el poder por más de medio siglo. Y sólo en América Latina sobrevivió a todos los presidentes de las distintas repúblicas que ya fallecieron y fueran sus denodados enemigos mientras vivieron, de Rómulo Betancourt a Eduardo Frei Montalva y de los generales Jorge Rafael Videla a Augusto Pinochet. Hoy, en el colmo de la chochera pero inflado de halagos, asiste al despliegue del castrismo bajo sus distintas vertientes: desde sátrapas a su estricto servicio, como Maduro en Venezuela a peronistas conversos, como el matrimonio Kirchner o socialistas melancólicas como Michelle Bachelet, quien se esfuerza por regresar a los 70s. Tiempos que lo vieran azuzando a la guerra civil en el esperanzado Chile de la Unidad popular.
El proyecto más relevante y prioritario de los tiranos es tiranizar. Fracasan, cuando sus pueblos se les enfrentan, los empalan o los despellejan. Como sucediera con Gadaffi y Benito Mussolini. No cuando sus ensoñaciones programáticas se asfixian en sus propias estupideces. El socialismo castrista tuvo el mismo fin que todos los socialismos totalitarios: hundirse en el pantanal de su congénita impractibilidad. Pero ello no constituye un fracaso de los tiranos, sino de sus delirios.
De allí el profundo error en que incurren quienes cantan alabanzas por “el fracaso” de Fidel Castro. ¿Fracaso? Es el gobernante más longevo del planeta. Fracaso, el nuestro, incapaces de desalojar al sátrapa a su servicio. Es bueno tenerlo presente.

@sangarccs

Antonio Sánchez García

miércoles, 23 de septiembre de 2015

La misa de la hipocresía, Antonio Sánchez García

Resultado de imagen de antonio sanchez garciaLuego de leer las airadas protestas de Aleida Guevara, la hija del Che Guevara, contra el llamado del todopoderoso Partido Comunista de Cuba, de la que es una fiel y esforzada militante,instando a todos los miembros del partido a tomar parte en la multitudinaria misa papal celebrada ayer en la Plaza de la Revolución, queda meridianamente claro que la entusiasta asistencia, además de estar cuidadosamente seleccionada y formar parte de la nomenklatura y los cuadros del partido de Fidel y Raúl Castro, era todo menos feligresía piadosa y observante de la sufrida isla caribeña que asistiera espontánea y observante al llamado papal.

En otras palabras no era representación de los frágiles de Cuba – acorralados, expulsados, encarcelados o asesinados opositores a la tiranía - y sí caben dentro de la calificación de “servidores”, el otro concepto clave de la homilía papal, lo son del Estado cubano, y no de la sufrida humanidad a la que pretendía estar dirigiendo su mensaje Jorge Bergoglio. Servidores del Estado que tampoco sirven por puro amor cristiano, sino como una forma institucionalizada de servirse de la militancia para tomar parte del escuálido festín que les asegura su obsecuencia y ponerse de parte de la tiranía para no verse expuestos a la fragilidad del abuso cruel y prepotente contra los frágiles instaurado hace 56 años en la isla de los hermanos Castro.
 
Desde luego que Bergoglio, el cardenal, sabía perfectamente lo que el Papa Francisco se ve en la obligación de escamotear: que Fidel Castro es uno de los más cruentos e implacables tiranos de la historia latinoamericana. Y que lo ha hecho amparado en la ideología marxista, lo que tampoco puede ser escamoteado por Francisco. Y que reuniéndose con él no le extiende la mano al más frágil de los frágiles cristianos del mundo. Lo hace con un hombre que ha hecho escarnio de la fragilidad, a la que ha condenado con la sevicia y crueldad de una de las más longevas tiranía del mundo y que se ha servido, para su propio servicio, del servicio dictatorial. Y como una imagen vale más que mil palabras, la imagen que los retrata frente a frente deshace en cenizas las buenas intenciones papales a favor de los frágiles y los buenos servidores. Le sonríe a un tirano.
 
Aleida Guevara habla desde el sentido de responsabilidad histórica que le otorga la paternidad de la figura que, junto al comandante Cienfuegos – víctima de los misteriosos asesinatos que se le atribuyen al frágil y servicial Fidel Castro - veló desde una de las fachadas del Palacio de gobierno la farsa montada en la Plaza de la Revolución. A la hija del “guerrillero heroico” le pareció una hipocresía del Partido, es decir, del Estado, es decir, de Fidel y Raúl Castro mandar a misa a sus ateos militantes. Un juicio inapelable: sabe perfectamente que la misa, muy lejos de serlo, es tanto para los Castro como para el Vaticano y Washington una ostentosa obra de simulación. De la que esperan pasar el gato de la complicidad por la liebre de la reconciliación. Arte de la simulación de la que, bueno es recordarlo, son expertos tantos los Castro como los jesuitas de Bergoglio.
 
En un acto de inaceptable simulación, el papa Francisco cubrió bajo el manto genérico de los frágiles a los más frágiles: los presos políticos. Que enfrentados en solitario al poder omnipotente del Estado están expuestos a reducirse a lo que, en buen latín, se llama “la nuda vita”: la vida desnuda. Como lo fueran los gaseados de Auschwitz o, sin ir tan lejos en el tiempo y en el espacio, los presos políticos venezolanos condenados en un horroroso acto de injusticia a más de 13 años de cárcel por negarse a arrodillarse ante el sátrapa de la tiranía a la que ayer el Vaticano le ofreció una magnífica puesta en escena de su tradicional parafernalia especular. O los miles y miles de cubanos sacrificados en las mazmorras de “los servidores” o echados a los tiburones escapando tras la esperanza de la liberación.
 
Distensión: una mágica palabra. Reconciliación: un término teológico. ¿A qué precio las pronuncia Francisco? Al del ominoso silencio de los que sufren y la alabanza de los que oprimen. Debo confesar mi respeto al valor de la hija del Che: llamar hipócritas a Fidel y Raúl Castro sólo puede hacerlo la hija de quien prefirió inmolarse que ejercer la soberana y cruenta hipocresía del Poder.

@sangarccs 



domingo, 20 de septiembre de 2015

La Habana conoce las debilidades de Nicolás Maduro afirma Carlos Alberto Montaner

"Maduro le debe todo al gobierno cubano.
"Es el hombre del gobierno cubano."
"Cuba piensa seguir esquilmando a los venezolanos"
"100 Millones de muertos costo el socialismo del siglo XX ¿Cuantos costará el del XXI?


sábado, 19 de septiembre de 2015

Venezuela: ensayo de la cobardía, Antonio Sanchez García

Culmino la escritura de mi ensayo Anotaciones sobre Chávez, y al momento de entregar el manuscrito para su impresión un amigo me regala el recién publicado reportaje de Thays Peñalver La conspiración de los 12 golpes. Un trabajo verdaderamente prolijo, documentado y exhaustivo dedicado a deshilvanar la madeja del hilo rojo del golpismo militar en la Venezuela democrática con el fin de desentrañar causas y azares de una de las más insólitas y funambulescas farsas bélicas de la farsesca historia militar de la Venezuela republicana. 

Resultado de imagen de antonio sanchez garcia
Una historia vergonzante que desvela la cobardía, corruptelas, traiciones y conspiraciones de un mundo militar que al promediar fines de 1992 había llegado, posiblemente, al mismo nivel de degradación y putrefacción que el de los ejércitos batistianos en vísperas del asalto al poder por Fidel Castro. Con una diferencia abisal: el sujeto que terminaría con las glorias y ganancias del escabeche era Hugo Chávez, uno de los hombres más cobardes, farsantescos y engañosos que haya vestido el uniforme verde olivo en la Venezuela de Punto Fijo. Lo cual tampoco quiere decir mucho, dado que esos atributos parecen haberse extendido en dichas fuerzas desde tiempos muy remotos. Y haber gangrenado asimismo al universo político por simple ósmosis, corrompido y desmoronado en paralelo.
Me parece adecuada, en primer lugar, la calificación de “políticos armados” con la que Thays Peñalver categoriza a comacates y generales, por lo menos desde los tiempos en que las fuerzas armadas venezolanas se asoman a la lucha contra la civilidad en busca de su propio protagonismo. Vale decir; desde el propio 23 de enero de 1958, cuando por el decurso de los tiempos se ven obligados a compartir el poder con los políticos desarmados. Un “baile pegao” que perfila las luces y las sombras de un contubernio arrastrado por las pistas de ese bonche que ha sido la historia de nuestra modernidad, desde la derrota del militarismo desarrollista y el triunfo del civilismo adeco-copeyano hasta desembocar en la victoria del militarismo y la derrota del civilismo. Vale decir: el nefasto 4 de febrero de 1992. Y la entronización del régimen oclocrático castrochavista con sus intentos demo totalitarios.
De esta apasionante narración no salen bien parados ni civiles ni militares y, lo que es infinitamente más grave, tampoco sale bien parada la democracia venezolana. Muchísimo menos sus administradores. Que comparten con los “políticos armados” la cobardía, la corrupción, la orfandad ética y moral y la inmensa pobreza de ideas e ideales. Acompañar la lectura de este fascinante aporte al conocimiento de nuestra identidad – o la falta de ella – con la lectura de las Memorias proscritas de Carlos Andrés Pérez según relación hecha a los periodistas Ramón Hernández y Roberto Giusti, contribuye a hacerse un cuadro de aproximativa veracidad a la naturaleza de nuestra esencia y descubrir las razones últimas de la verdadera cloaca en que se ha convertido un país que quiso ser grande y no pudo serlo. No por carencia de medios, que nuestra naturaleza ha sido agobiadoramente generosa, sino por la flojera de espíritu y la carencia de ambiciones de grandeza y tenacidad de sus naturales.
Un lector ajeno a nuestras tribulaciones podría no dejar de reír por la comedia, el disparate y los desatinos narrados en este extraordinario reportaje. Imposible la risa en quienes amamos a nuestra Patria porque en ella nacimos o la hemos hecho nuestra con el sudor de nuestra frente. Cargando un hándicap comparativo que dificulta sobrellevarlas: tomar nuestra pertenencia absolutamente en serio y pretender imponer en el ambiente de nuestra cotidianidad los principios éticos y morales, así como la seriedad de la conducta que nos fuera introyectada desde nuestra infancia.
He hecho de la historia, profesión de fe. Y confieso que en este medio siglo dedicada a ella no había encontrado un personaje tan funambulesco, disparatado, charlatán, mentiroso y esperpéntico, como el llanero Hugo Chávez. Capaz de haber devastado una suma cultural de, por lo menos, dos siglos de historia. Si se cuenta a partir del desbaratamiento de los otros tres siglos de cultura pisoteados y devastados por el delirio independentista. Pero no sólo es Chávez: es el pueblo que se arrojó en sus brazos ciego y sordo ante los males que anunciaba a voz en cuello. Su único compromiso cumplido: aniquilar Venezuela.
Quien terminó por usufructuar la farsa y enriquecer a su parentela, tan analfabeta y desfachatada como él, con billones de dólares, enriqueciendo de paso a sus compañeros de desastres, traicionando nuestra soberanía y alimentando la vagancia de la izquierda política del continente, para culminar su faena con la inmundicia en que hoy chapoteamos, merece el siguiente comentario de Thays Peñalver: “’la guerra de Hugo” – se refiere a la ominosa jornada vivida por el teniente coronel en el Museo Militar la madrugada del 4F – “es posiblemente uno de los episodios bélicos más cortos en la historia de la humanidad. Digo, claro está, porque se trataba de su propia ‘guerra’, ya que el resto de los alzados, es decir el 95% de lo que logró salir, continuaba disparando en sus puestos de combate sin siquiera concebir que el hombre” – que no había disparado un tiro y se había auto marginado de las acciones comprometidas – “negociaba la rendición de todos.”
Si la indignación con que sus compañeros de felonía reaccionaron a su descarada traición se hubiera impuesto sobre la hegemonía comunicacional del estulto golpismo nacional que lo elevara al estrellato de manera pérfida y escandalosa, Chávez hubiera terminado en el anonimato y posiblemente Venezuela no hubiera descendido a estos fétidos infiernos. Primó la estulticia.
He aquí el relato de los segundos que tardó “el Gran Comandante Eterno” en entregarse a las autoridades tras una brevísima conversación telefónica:
General Iván Darío Jiménez: coronel Yánez (Museo Militar) comuníqueme con el teniente coronel Chávez.”
Coronel Yánez: “Mi general, el teniente coronel Chávez dice que no tiene nada que hablar con Usted.”
General Iván Darío Jiménez: “Coronel Yánez, dígale al teniente coronel Chávez que tiene cinco minutos para rendirse, si no, los aviones atacarán el museo.”
No habían pasado dos minutos cuando se oyó la voz de Hugo que devolvía la llamada.
Teniente coronel Chávez: “Mi general, deseo hablar con Usted, porque eso no fue lo que hablé con mi general Ochoa.”
General Iván Darío Jiménez: “Teniente coronel Chávez, me importa un carajo lo que Ud. haya hablado con Ochoa. O usted se rinde o el museo será atacado.”
Teniente coronel Chávez: “Está bien, mi general. Me entrego.”
Esa fue la última vez que a Chávez se le habló como era debido: como a un milico felón traidor y cobarde. Pero para nuestra inmensa desgracia, esa noche se agotaron las testosteronas en la reserva estratégica de la política venezolana. Fue el comienzo de la pesadilla.
18 Septiembre, 2015


martes, 15 de septiembre de 2015

Condicione su voto (para no pasar por pendejo) Ni un solo voto para un colaboracionista.

Resultado de imagen de jesus petit da costaExija un compromiso solemne y público de convocar al pueblo a permanecer en la calle hasta la renuncia de Maduro, tanto si se pierde como si se gana. 

Le están pidiendo su voto unos individuos con estos antecedentes: 

1) En 2004 aseguraron que se ganaría el referéndum revocatorio, porque así lo pronosticaban las encuestas. Cometido el fraude por la tiranía, lo convalidaron quedándose la denuncia únicamente en palabras. 

2) En 2005 el pueblo se rebeló con una abstención subversiva (85%), que deslegitimaba totalmente a Chávez. En lugar de llamar estos supuestos líderes al pueblo a la calle para darle el golpe de gracia, le hicieron el favor de satanizar la subversión espontánea, la mayor demostración de desobediencia civil que haya habido. 

3) En 2006 hicieron esta promesa: “ganamos y cobramos”, para convencer al pueblo de que no reincidiera en la desobediencia civil y fuera a votar. ¿Qué hicieron? Se declararon perdedores antes de que terminara el escrutinio. 

4) En 2010 aseguraron: “esta vez sí vamos a ganar.” Pero convalidaron el fraude diciendo: “de todos modos tenemos suficientes diputados en la Asamblea para impedir que la tiranía haga lo que le venga en gana.” Y, desde entonces, la tiranía ha hecho lo que le viene en gana. 

5) En 2013 le volvieron a prometer: ganamos y cobramos. Ganaron la elección presidencial, según ellos mismos. Pero no cobraron. Convalidaron el fraude. Se excusaron diciendo: “no podemos causar derramamiento de sangre.” Y después ha habido una mortandad mientras mantienen al pueblo desmovilizado. 

6) En 2013 se descubrió que Maduro ocultaba su partida de nacimiento y el acta de defunción de Chávez, lo que hace presumir su ilegitimidad (por la nacionalidad y por los vicios de la sucesión presidencial). Y los que ahora le piden su voto, dijeron que eso era irrelevante, absteniéndose de demandar la exhibición de ambos documentos. Si es irrelevante tampoco los exigirán si ganan. 

7) En 2014 tres disidentes (López, Ledezma y Machado) exclamaron: “la salida está en la calle.” Y los jóvenes se echaron a la calle, exponiendo su vida y su libertad. Es el sacrificio que siempre ha dado la juventud por la patria desde 1814. Fueron traicionados por los mismos políticos que le están pidiendo que vuelvan a votar por ellos. 

8 ) Ahora en 2015 repiten: “triunfo seguro, porque las encuestas muestran que llevamos una ventaja de 25% por lo menos”. Y le prometen a usted que todo cambiará el 6 de diciembre por arte de magia. Será otra Venezuela. Pero como la mentira tiene piernas cortas, el líder máximo del partido más colaboracionista cometió esta indiscreción ante la prensa: “una nueva mayoría en el Parlamento no implicará la salida inmediata de Maduro, pero sí conducirá a la estabilización del país.” Traducido al lenguaje llano: si ganan las elecciones no exigirán la salida de Maduro, quien seguirá en la presidencia con la ayuda de los diputados que usted elegirá, los cuales colaborarán con él para estabilizar el país y al gobierno títere de Cuba. (No lo digo yo; soy el primer sorprendido de esta indiscreción: usted votará para que saquen a Maduro y ellos, en lugar de hacerlo, van a colaborar con él para que llegue al final de su mandato ilegítimo. ¿No lo cree? Búsquelo en Internet). 

Con los antecedentes penales por estafa política que ya tienen estos señores y su confeso propósito de reincidencia (no van a sacar a Maduro sino a colaborar con él en estabilizar el país para que su gobierno no corra peligro de ser derrocado) nadie en su sano juicio les daría su voto porque pasaría por pendejo. Pero como usted está obsesionado en votar sin mirar a los lados, le recomiendo, para no pasar por pendejo, condicionar su voto. Exija un compromiso público y solemne, firmado por todos los candidatos a diputados que se dicen de oposición, de convocar al pueblo a permanecer en la calle hasta la renuncia de Maduro, tanto si se pierde (porque, si es tanta la ventaja en las encuestas, sólo se puede perder por un fraude masivo), como si se gana porque el resultado favorable debe interpretarse como un mandato imperativo: la orden de salir de Maduro. 

Sólo si los candidatos asumen este compromiso solemne y público déles su voto, que si lo pierde porque no cumplen la promesa, por lo menos no pasa usted por pendejo y ya ajustará cuentas con ellos. Pero si el candidato de su circuito no firma, no vote por él por colaboracionista. Ni un solo voto para un colaboracionista. No le quedará a usted el peso de conciencia de haber ayudado indirectamente a Maduro a seguir en la presidencia, porque se dejó engañar una vez más habiéndosele advertido. 

@petitdacosta 

La porfía idiota


En 2002 escribí y publiqué un libro titulado Dictadura o democracia: Venezuela en la encrucijada. Aunque algunos importantes dirigentes opositores asistieron a su presentación, como Julio Borges, Alejandro Armas, Simón Alberto Consalvi, Pompeyo Márquez, Américo Martín y más de un tecnócrata electoral que hoy asiste a la MUD y a Henrique Capriles en sus edénicos convencimientos, su mensaje, suficientemente aclarado con el mismo título, no fue tomado en cuenta y todos se conformaron con la dedicatoria y un vaso de champaña. No lo leyó nadie ni tuvo el menor efecto en la conciencia política del país. La dolorosa realidad es que nadie quería enterarse del crimen que se estaba cocinando en nuestra casa. Aún hoy, tras 17 años de dictadura, hay sabihondos de izquierda que dicen que ésta sólo es una democracia “incompleta”.
Dos años después, sentado en la Comisión Política de la Coordinadora Democrática, debí soportar la protesta y el sarcasmo de quienes me creían un trastornado político por afirmar que Chávez era un dictador y un tirano en potencia y que ya nos hundíamos en el sargazo de la dictadura. “¿Cómo se te ocurre afirmar que ésta es una dictadura, si aquí estamos discutiendo libremente?” – recuerdo haberle oído a más de un compañero de bancada. La inmensa mayoría de los miembros de esa Comisión Política provenían del MAS, última vertiente del PCV, o de los distintos matices de la izquierda, de Bandera Roja a Causa R. Golpista de nacimiento aquel y de importante figuración en los prolegómenos del golpe de Estado del 4F los otros. Frente a los cuales, los pocos miembros que pensáramos como yo éramos una ridícula minoría “de derechas”.
Esos predicamentos conciliadores, miopes y carentes de toda visión estratégica – por no hablar de secreta complicidad con el régimen – permitieron la alcahuetería generalizada ante lo que uno de sus próceres, Teodoro Petkoff, quien jamás aceptaría que las victorias de Chávez eran fraudulentas en el sentido clásico del término, reconocería luego de los hechos, ante la aplastante evidencia de sus irregularidades de todo orden, como “un fraude continuado”. Digamos: un ultraje realizado con vaselina y en cámara lenta.
Ante la propuesta del joven Cipriano Heredia de apersonarnos ante los miembros de la Sala Electoral del TSJ que constituían nuestra última defensa ante las burdas maniobras implementadas por Jorge Rodríguez para postergar el evento, cambiarlo de naturaleza y hacernos correr durante largos doce meses como el burro detrás de la zanahoria del RR mientras los cubanos montaban las Misiones y otros sortilegios para cambiar la matriz negativa al caudillo, – misiones, firmas planas y papel sellado, entre otras insólitas maquinaciones ad hoc – para declararles nuestro respaldo y solidaridad, nadie dio su aprobación. Tampoco se hizo ningún comentario cuando esos magistrados salieron a patadas del TSJ.
Cuando esa madrugada sucedió lo que inevitablemente sucedería – un brutal fraude que trastocó un 60/40 a nuestro favor en un 60/40 a favor de Chávez, después de haber obtenido cientos de miles de votos por sobre el único voto que era necesario para sacar a Chávez del poder, como lo estipulaba la Constitución, ninguno de los “líderes” de la Coordinadora – de Enrique Mendoza a Julio Borges y Henry Ramos – aceptó denunciar el fraude, ni siquiera “el continuado”, ante la prensa internacional que esperaba ansiosa – ya amanecía mientras la ciudadanía era degollada – por la opinión de esta sedicente oposición. El ominoso pretexto de quienes fueran los máximos responsables de la contienda y su jefe y principal vocero, el por entonces gobernador de Miranda Enrique Mendoza: “faltaban las pruebas”. Y aunque suene asombroso: no las tenían.
Fue la primera violación en toda la línea, la brutal pérdida de la virginidad electoral de la frágil democracia venezolana, el primer ultraje en forma de una ciudadanía que llevaba cuarenta y seis años entregada al respeto y la pasión electorales. Al extremo de permitir que, respetando las elecciones, las últimas limpias, transparentes, verdaderamente respetuosas de la voluntad ciudadana, las del 6 de diciembre de 1998, el futuro verdugo de la democracia y el burlador electoral de la comarca, recibiera el Poder de manos de quien le perdonara cumplir la pesada pena por la felonía cometida. A pesar de tener las manos manchadas de sangre inocente lo soltó sin una miserable condena. Sin siquiera molestarse ante su desfachatez de calificarla de Moribunda, como se lo ordenara Fidel Castro. En las primeras filas del hemiciclo asistían al ultraje en grave y circunspecto silencio los hoy grandes próceres de la oposición, entonces altos dignatarios de ese silencioso, alcahuete y obsecuente parlamento.
Recuerdo la airada respuesta de un compañero de la Coordinadora ante mi pregunta por el qué hacer si nos trampeaban el RR. “Pues vamos a las próximas elecciones”, me respondió como si aceptar un fraude descomunal o una derrota estratégica fueran la cosa más natural del mundo. Como resonaría una década después en voz de uno de los próceres adecos: voto o balas. Y en eso nos la hemos pasado: de elección en elección. Según expertos de la Universidad Carlos III, de Madrid, desde entonces todas irregulares, todas comprobadamente fraudulentas. Y en el colmo de los colmos, el régimen expulsa hoy de su territorio fronterizo a quienes trajo irregular, fraudulenta, inconstitucionalmente a Venezuela, ceduló y nacionalizó por cientos de miles para abultar el REP y darles alguna credibilidad a las manipulaciones cibernéticas originadas en La Habana. Lo hace porque hasta esas mesnadas electoreras han visto el producto de su complicidad con la dictadura de Hugo Chávez, el padre de la monstruosa criatura: también ellos sufren hambre, desatención, asedios, colas, crímenes sin nombre ni medida.
Anoche recibimos el último escupitajo de esta justicia de la inmundicia, propia de una satrapía que perdió toda vergüenza y todo recato ante una oposición absolutamente acobardada, cataléptica y prisionera de su idiota tenacidad electorera: 13 años a un inocente, mientras los asesinos de 45 estudiantes siguen gozando de su libertad plena para seguir cometiendo sus fechorías. Si los actuales dirigentes de la oposición siguen poniendo la otra mejilla electorera a los crímenes impunes del régimen, los venezolanos de bien que sienten el dolor de Patria que a aquellos parece despreocuparles, debieran terminar por coger la otra vía: la de los hechos. Levantar un Frente de Salvación Nacional y darles a conocer al país y al mundo que Maduro debe renunciar, que su régimen putrefacto debe ser extirpado y que una Junta Patriótica debe asumir la responsabilidad por la salvación y la reconstrucción de la Patria.
No hay otro camino.




Venezuela: ¡Culpable! Por Luis Manuel Aguana





Resultado de imagen de Luis Manuel AguanaTal vez todos los venezolanos hayamos albergado en lo más íntimo la esperanza de un veredicto favorable a Leopoldo López. Quizá por aquello del análisis según el cual al régimen “no le convenía” tener a ese preso mas tiempo. Sin embargo fue una vana ilusión. El régimen actuó de nuevo en forma predecible.



Pero hagan un poco de memoria. ¿Quién iba a ser el culpable de los crímenes de Puente Llaguno el 11 de Abril de 2002? Todos los venezolanos vimos por televisión en vivo y en directo los disparos que hacían las bandas armadas del régimen hacia una multitud indefensa. ¿Y quienes terminaron resultando los culpables? Los jefes de la policía que precisamente la protegían, los Comisarios Vivas y Simonovis, así como el resto de los policías metropolitanos que los acompañaron. El régimen ya tenía sus culpables del lado opositor para una masacre provocada por su gente. Jamás habría posibilidad alguna de un juicio justo para ellos porque ya habían sido condenados.



Lo mismo sucedió con Leopoldo López. ¿Quién iba a ser el culpable de las muertes provocadas por el régimen durante las protestas que siguieron al Día de la Juventud de  2014? Los 43 muertos no tienen a otro responsable que el mismo régimen porque todos lo vimos igual que el 2002. Pero el régimen encontró al culpable perfecto, el discurso “incendiario” de Leopoldo que hizo que la gente saliera a la calle a protestar, y al ser masacrados de la misma manera que el 2002 por gente del gobierno, uniformada o no, esto lo convirtió en el “culpable” de esa tragedia.



“No tiene la culpa la estaca si el sapo salta y se mata” dice el refrán popular aplicado por el régimen. De acuerdo a esta lógica perversa los regímenes autoritarios “no son culpables” que las poblaciones protesten por sus desmanes y arbitrariedades sino quienes las iniciaron, y el régimen y sus seguidores, en consecuencia, tendrán licencia para matar a los ciudadanos durante las manifestaciones que realicen, sin ninguna responsabilidad.



Con esta “lógica” asesina se ha movido el régimen chavista-madurista en los juicios que han iniciado a todos los presos políticos. Entonces Leopoldo ya era culpable antes del juicio, por lo que era inútil esperar otra sentencia que la injusticia que presenciamos los venezolanos el jueves 10 de septiembre de 2015.



Entonces no hay nada nuevo bajo el sol y eso era lo esperable, como la sentencia del régimen. Y esto no es más nada que el mundo al revés. Me da la impresión que todos estamos al revés. La población en su conjunto no acaba de asimilar las implicaciones de lo que nos está sucediendo. Hablan de la boca para afuera de que estamos en una dictadura y todo el país se detiene a esperar una sentencia a Leopoldo distinta a la que dio la dictadura. Venezuela entera expresa que hay una dictadura, y se terminan cifrando las esperanzas de salir de ella el 6 de Diciembre. ¿No les parece esto una vaina de locos? ¿O seré yo el loco?



Venezuela no tiene un comportamiento acorde con lo que está pasando. Es verdad que lo ha tenido por períodos, como en el 2014. Pero ha venido en oleadas, de acuerdo a los distintos momentos que se han vivido en el país, y muy en especial de la mano de los estudiantes. Muchos dicen que por menos de lo que sucede ahora en el país, con las vejaciones en las colas, la hiperinflación y el desabastecimiento vino el Caracazo de 1989, que por cierto capitalizó muy bien Hugo Chávez, el golpista en 1992.



Entonces cabe bien hacerle a la oposición oficial la siguiente pregunta: ¿consideran ellos que estamos o no estamos en una dictadura? Pareciera que no hay claridad sobre el particular cuando indican que es una dictadura pero podrán salir de ella el 6D. No puedes decir que hay una dictadura y por el otro decir que saldrás de ella con unas elecciones. Eso es una contradicción.



El día anterior a su arresto escribía que si Leopoldo se entregaba a esta dictadura, (ver Entrega o Resistencia http://ticsddhh.blogspot.com/2014/02/entrega-o-resistencia.html)  él y su familia no debían esperar menos que los vejámenes a los que el régimen sometió  a Simonovis y a los suyos desde el año 2002, siendo preferible asumir una actuación en resistencia. Lamento haber tenido la razón.



Entonces, hasta que no tengamos -líderes y ciudadanos- el comportamiento de un país en dictadura (ya las hemos vivido con lo cual deberíamos saberlo: ver Rebelión Civil en http://ticsddhh.blogspot.com/2013/11/rebelion-civil.html) y seamos consecuentes con las acciones que se desprenden de tal condición, será imposible coordinar las tareas  tendientes a resolver el problema. Siempre habrá grupos que actúen solos de acuerdo con esa caracterización y otros que no los seguirán porque les dirán “radicales”, desperdiciando una energía vital que todos necesitamos en el conjunto, en un inútil ir y venir de protesta dividida.



En este sentido, todos estamos condenados a esperar el 6D a ver qué pasa, porque existe el convencimiento generalizado que proviene de la oposición oficial mantenida por la dictadura, de que “esta vez sí” saldremos de esto. Pero como en otras oportunidades, no saldremos. Y no saldremos no solo porque no creo que los dictadores vayan a elecciones que no van a ganar, sino porque toda la sociedad en su conjunto tiene la profunda esperanza de un veredicto favorable a la democracia, pero proveniente de las urnas electorales podridas de un régimen tramposo; de la misma manera como tenía la íntima esperanza del veredicto favorable a Leopoldo proveniente de un sistema judicial profundamente corrompido a favor de una dictadura real.



Espero que el 7D, cuando todos estemos en la profunda depresión colectiva producto de un nuevo zarpazo del régimen, y preguntándonos en donde estarán aquellos que prometieron que iban a cambiar las cosas, reflexionemos en cómo se debe actuar seriamente en una dictadura. Y cuando lo hagamos, y todos actuemos verdaderamente en consecuencia a ese hecho, el régimen en su lógica perversa nos sentenciará a todos como culpables, como lo acaba de hacer con Leopoldo López, por gritar ¡abajo la tiranía! y convocando al pueblo a las calles. Pero si ese momento llega, y toda Venezuela sea sentenciada ¡culpable!, ese solo hecho le quitará las esposas a Leopoldo y al resto de los presos políticos, como él mismo premonitoriamente lo dijo, de las manos de un pueblo libre.



Caracas, 12 de Septiembre de 2015





Twitter:@laguana