martes, 16 de octubre de 2012

Cuanta violencia generan estos extremistas

Cuanta violencia generan estos extremistas
  • Tras la reciente polémica desatada a raíz de un vídeo islamofóbico, en el mundo occidental son muchos los que contemplan con horror las imágenes que los medios de masas emiten de forma incesante.
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    Tras la reciente polémica desatada a raíz de un vídeo islamofóbico, en el mundo occidental son muchos los que contemplan con horror las imágenes que los medios de masas emiten de forma incesante: Manifestaciones de enfurecidos barbudos asaltando legaciones diplomáticas en Túnez, Trípoli, y Cairo… Tableteo de kalashnikov en Aleppo al grito de “¡¡Allahu Akber!!” (dios es el más grande) y turbas de fanáticos en Islamabad...
    “Cuanta violencia generan estos extremistas” se lamentará lacónicamente el espectador aterrorizado desde su cómodo sofá de IKEA sin recabar en que este es el viejo y cansino cuento de siempre.
    Lo que Edward Said definió como “Oriente” es donde en realidad la hegemonía europea había encontrado sus límites; el otro lado de la balanza… Territorios que tras la primera guerra mundial Francia y Reino Unido se repartirían como un queso gracias a los acuerdos Sykies-Picot. Entonces con eufemismos como “protectorado” los británicos se harían con el control de Jordania, Egipto, Iraq y la península Arábica mientras los franceses fundaban repúblicas a su estilo jacobino en Siria y Líbano y el Magreb. Ambos impondrían sistemas que nunca tendrían en consideración la diversidad étnica, tribal, político, y religiosa de la región: “un reino hachemita por aquí, una república satélite por allá”…
    Las independencias de estos países al término de la segunda guerra no supuso ni mucho menos el final de sus males. A los desastres de la herencia colonial se le sumaron la guerra fría y su impacto en la región. Irremediablemente los ciudadanos fueron presa de una debilidad institucional endémica, pobreza, y falta de perspectivas; el perfecto caldo de cultivo para los movimientos salafistas y el perfecto pretexto para que dictadores como Ben Alí o Mubarak se aferraran al poder con el beneplácito de Occidente. La ecuación era sencilla: Totalitarismo (miramos a otro lado) a cambio de estabilidad regional.
    Con las primaveras árabes los jóvenes dijeron “¡basta!” y se desmoronó la armonía y la estabilidad que había sido “nuestro garante” durante décadas.
    Ahora el espectador medio occidental se llevará las manos a la cabeza cuando la CNN emita vía 3G la barbarie de la guerra civil siria. “pobre gente inocente” reflexionará el aludido… Lo que los medios de masas probablemente no querrán mostrarle es que Arabia Saudita, se las apañó para ratificar -con nuestro silencio cómplice- la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas a través del “sistema de reservas” ¿no era este un país donde los derechos humanos y libertades democráticas brillan por su ausencia?
    Para entonces quizás ni la FOX, ni la CNN ni la BBC mostrarán tampoco especial entusiasmo en difundir que el ex primer ministro libio Bagdadi Ali al-Mahmudi, había confirmado la autenticidad de un documento que prueba que el régimen libio transfirió 50 millones de euros para la campaña de Sarkozy…
    No sin sobresaltos y dos guerras mundiales, a día de hoy hemos aprendido que una democracia genuina no se limita exclusivamente contar con comicios electorales, sino que viene definida por elementos fundamentales como el estado de derecho, el constitucionalismo, el imperio de la ley y la garantía de derechos esenciales para todos los ciudadanos por igual y sin distinciones...
    Nadie exime a las tiernas democracias de Oriente Medio de sus responsabilidades pero quizás vaya siendo hora de que nosotros como ciudadanos de Europa asumamos las nuestras, -las de antes y las de ahora- especialmente si pretendemos enarbolar nuestro modelo como bandera de la democracia y la modernidad.




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    Lucas Farioli reside en Estambul donde actualmente ejerce como periodista freelancer mientras escribe su tesis de su maestría en Relaciones Internacionales. Cuenta con experiencia internacional y se presenta como un periodista veraz y sobretodo independiente. Ha trabajado para un amplio abanico de medios internacionales de todo color y formato. Actualmente es el colaborador del Grupo Intereconomía en Turquía, desde donde contribuye regularmente enviado crónicas y reportajes para la sección internacional.
    El cometido de este espacio es invitar al lector a adentrarse por los rincones de la piedra angular que separa o mas bien une a dos mundos. Turquía, considerada un puente entre Oriente y Occidente y epicentro de un contexto regional especialmente explosivo, juega un papel fundamental en el desarrollo de acontecimientos que tendrán inevitablemente un profundo impacto en Europa y en el mundo.
    Desde Estambul el autor de Diarios Otomanos –profundo conocedor de la vida y las gentes de Turquía- reflexiona desde su propia experiencia para examinar con actitud crítica los eventos que allí tienen lugar pero también para romper prejuicios e instruir al lector en el conocimiento de aquellos detalles que hacen de esta región un crisol de colores y sabores. 

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"El único tirano que acepto en este mundo es mi propia voz interior." M.Gandhi