5 OCTOBER 2015
Estamos viviendo el peor momento de nuestra historia, el más oscuro y vergonzoso. Somos un país en quiebra, con un pueblo humillado. No solo hemos perdido la soberanía –la mayor vergüenza para las generaciones presentes– sino que, por este motivo, nuestro destino lo decide Cuba, que nos negocia como su propiedad ante las grandes potencias, mientras mantiene aquí un gobierno títere, el más corrupto de todos los tiempos, cuya permanencia empeora cada día la situación de una nación que vive del endeudamiento.
Tenemos la inflación más alta del mundo, escasez de alimentos y medicinas, junto con una inseguridad desbordada. Este gobierno no puede solucionar los problemas con los mismos jerarcas que durante 16 años los crearon, al desmantelar el aparato productivo del país, acabar con la empresa privada, destruir el valor del bolívar, y dilapidar las riquezas de la nación.
El 6 de diciembre aún está lejos, pero lo que sí tenemos hoy es una economía a punto de colapsar y un estallido social a la vuelta de la esquina. Los conflictos con Guyana y con Colombia son el resultado de una política exterior irresponsable y antipatriótica.
Con cada día que pasa Maduro en el poder, el pueblo sigue humillado en largas e interminables colas, en la búsqueda desesperada de alimentos y medicinas. Cada día que pasa Maduro en el poder, damos un paso más hacia el colapso total y la desintegración de la República, hacia un estallido social anárquico, porque el pueblo no ve futuro, y no le gusta el presente que lo agobia y lo desgasta física y mentalmente. Existe la perspectiva cierta de una hambruna general, por haberse juntado, para nuestra desgracia, la escasez con la hiperinflación.
En paralelo, los jefes del gobierno comen, viajan y viven como reyes. Sus bolsillos están repletos de dólares, gracias al diferencial cambiario que solo ellos manejan, y no los humildes colombo-venezolanos de la frontera, como han querido dar a entender recientemente. Solo los jerarcas de gobierno, sus cómplices y sus testaferros, manejan la moneda extranjera y se enriquecen, mientras el pueblo apenas sobrevive con un bolívar devaluado.
La única manera de salvar a Venezuela y de salvarnos todos de la hecatombe es mediante la salida de Maduro, primer paso para liberarnos de Cuba, del comunismo y de la tiranía. Ya basta de reprimir a quienes denuncian, ya basta de encarcelar y sentenciar a quienes legítimamente se oponen a este desastre.
Todavía hay tiempo de evitar una catástrofe humanitaria, pero se requiere la unión de todos los venezolanos, civiles y militares, para promover conjuntamente un cambio de régimen este mismo año. Organicémonos con este noble fin.
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"El único tirano que acepto en este mundo es mi propia voz interior." M.Gandhi