opinión
La conjura de los infiltrados contra Venezuela
JESUS PETIT DA COSTA |
Venezuela derrotó a Cuba en el campo de batalla. Sucedió en los años 60 del siglo pasado. ¿Qué hizo entonces Cuba? Procedió a infiltrar el ejército venezolano con Chávez. Así fue como el ahora difunto se convirtió en un infiltrado de Cuba en el ejército de Venezuela. Como todo infiltrado simuló ser lo contrario. Proclamó un credo nacionalista, anti-imperialista, bolivariano. Hasta que llegó al poder y le entregó Venezuela a Cuba. Desde entonces la monarquía comunista cubana, la dinastía de los Castro, manda en Venezuela, donde ha instalado un gobierno títere.
Para el difunto Venezuela no limitaba al oeste con Colombia, sino con las FARC. Lo dijo varias veces. ¿Qué quiso decir? Que, por órdenes superiores recibidas de Cuba, les entregaba a los colombianos el territorio venezolano ocupado por ellos. No era que Venezuela limitaba con Colombia más allá de las fronteras. Al revés, era que Venezuela limitaba con Colombia más acá de la frontera, puesto que los guerrilleros colombianos estaban, y aún están, dentro de territorio venezolano. Muchos creyeron que lo decía por solidaridad comunista, cuando era en verdad el segundo capítulo de la traición a la patria.
La oligarquía bogotana, que ha gobernado en Colombia, desde antes de la independencia, entendió la bolada (en venezolano: ocasión propicia). Entonces se dijo: Uribe estorba porque persigue a los guerrilleros comunistas cuando son colombianos que están conquistando territorio venezolano regalado. Exactamente, así como a Cuba el difunto le regaló la soberanía política, también a los colombianos les regaló la soberanía sobre el extenso territorio fronterizo. Entonces los “cachacos” de la rancia oligarquía bogotana, dueña secular de Colombia, decidieron sustituir a los “paisas” que llegaron con Uribe, amigos de Venezuela por solidaridad democrática. ¿Qué hicieron esos “oligarcas”? Infiltraron las filas de Uribe. Le metieron el contrabando de Santos, que como todo infiltrado simuló ser lo contrario de lo que realmente era. Se apropió de todas las victorias de Uribe contra las guerrillas, presentándolas como suyas. Y se apoderó traicioneramente del partido de Uribe, que por él se llama de la U. La “oligarquía bogotana” hizo que sus tribunales declararan inconstitucional la postulación de Uribe para un tercer mandato y, al mismo tiempo, enjuiciaran al más uribista de los precandidatos, el que llamaban “uribito.” Todo era para encallejonar a Uribe y obligarlo a respaldar la candidatura de Santos, que para tener mayor simulación era atacada desde aquí por el traidor ahora difunto. Puro teatro. Apenas ganó, Santos se abrazó con el que decía ser su enemigo declarándose ambos los “mejores nuevos amigos.” Ya está claro que Santos era un infiltrado en las filas de Uribe. Lo que está por verse es si esta movida de la oligarquía bogotana que lo acompaña terminará sólo desmembrando el territorio venezolano o haciendo de Colombia otro peón de Cuba.
Tiene fundamento la sospecha de que fueron los guerrilleros colombianos los que indujeron a los Castro de Cuba a que escogieran al colombiano Maduro para suceder al traidor, ahora difunto, en la presidencia de Venezuela. No un venezolano, como Bolívar, en la presidencia de Colombia con guerrilleros venezolanos en territorio colombiano. Al revés, un colombiano en la presidencia de Venezuela con guerrilleros colombianos ocupando territorio venezolano. Evidentemente la oligarquía bogotana se está aprovechando del estado de indefensión en que se encuentra Venezuela por la entrega a Cuba. Hace lo mismo que hizo la Italia de Mussolini cuando Hitler ocupó Francia, que se apoderó de los territorios alpinos, aunque no pudieron poner a un italiano en el gobierno colaboracionista de Vichy porque los franceses hasta a los traidores le exigen la nacionalidad.
Ahora la oligarquía bogotana completa su aprovechamiento de la indefensión de Venezuela, infiltrando al “cachaco” Samper en UNASUR, el instrumento suramericano de la Internacional Comunista. Su papel es evitar que Venezuela recupere su soberanía política ante Cuba y su soberanía territorial plena ante Colombia. Con el mayor cinismo el colombiano Samper exclamó: “Venezuela está en buenas manos”, desde luego, en buenas manos para la Colombia que negocia con Cuba en Cuba por ser Maduro colombiano, comunista y títere de Cuba.
Así la oligarquía bogotana cree que es más viva que los Castro. Pudiera suceder que, por primera vez en la historia, sus cálculos resulten fallidos y, mientras Venezuela resurja de sus cenizas, para lo cual basta con salir del colombiano Maduro, sea Colombia la que caiga bajo el dominio de la monarquía comunista cubana.
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