Opinión
Agustín Blanco Muñoz
ND
La trágica vida de Hugo Chávez
En un expaís donde la tragedia es tan acentuada y extendida, es muy difícil captarla en su real dimensión. No quiere decir esto que antes no existiera, solo que ahora se produce una síntesis de ese inmenso dolor.
El viernes 15/03, en las exequias de Hugo Chávez, llama la atención que, por razones no explicadas, se hace un acto de corta duración y se contuvo la participación del ‘soberano’. Los seguidores del ‘Comandante’ querían acompañar el cortejo fúnebre. Pero se acordó que apenas lo verían pasar en el rápido tránsito hacia el ‘Museo Militar’ o ‘Cuartel de la Montaña’.
Voceros habían manifestado que ese acto sería mucho más apoteósico que el traslado del hospital a la academia militar. Pero no fue así. Se realizó un acto con asistencia de representantes de varios sectores, sin presencia del ‘soberano’. La tele audiencia se interrogaba sobre aquel improvisado monumento-cementerio cuando se cortó la trasmisión. Y se informó que al día siguiente desde las 9 am estaría abierto el sitio al público.
¿Era esto lo que quería HCh? El escenario muestra la tragedia final de un hombre: después de haber utilizado y desechado para sus fines a tanta gente, le tocó a él ser utilizado en todo sentido y dirección. A esta situación lo condujo el propio curso y sentido de su vida y, finalmente, el proceso de su enfermedad.
En el testimonio levantado con Herma Marksman (ABM, Hugo Chávez me utilizó (Ccs, CPT-CEHA-UCV, 2004) se registran algunos elementos claves para comprender esta dura realidad. Herma, de manera documentada, afirma que HCh se sentía y era un solitario que, en nuestra opinión inicial e hipotética, busca romper tal condición con una acción política que tiene dos fases: antes y después de entrar en contacto con Fidel Castro.
El HCh solitario se muestra, por ejemplo, en un poema que escribe en 1988 frente al Cristo de Esquipulas en Guatemala: Cristo negro de Esquipulas. Te miro / quise venir hasta ti, / desde muy lejos. / La vida me ha traído, solitario / con mi cruz / invisible / y pesada, por los sueños / que se fueron / y han llegado. Y aquí están”. Y le pide al cristo luz para sus hijos. Y entre sus acompañantes están Cristina y Herma. A la primera la trata como su hermana: “Negro y cristo / ¡Es Cristina! / que te veo / hermana / es la luz de la vida / que tendrás al otro siglo / tu palabra / llegará. Sabia eres / Cristo Negro/ es Cristina / dale luz / dale vida / ¡y reinarás!
Cristina Marskman, hermana de Herma, juega ya en este momento un papel importante en los días de tormentos por los cuales pasa este hombre devenido en conspirador. A ella le confía la lectura de sus manos y de las cartas. Y de allí sale una relación que en un momento crucial veremos estrellada.
Y frente al mismo Cristo le dice a Herma: “Y en la brisa / que se mete / en las candelas / de este templo/ tus caricias / Herma mía / han llegado/ y en la blanca/ inmensidad del santuario/ tu alma pura y noble / miro yo / y en verdiazúl del paisaje / allí a su izquierda / Herma mía / veo tus ojos de centella/ de Angostura que me invitan a luchar / bendita eres / Herma blanco/ Herma negro / Herma mía / como el Cristo de Esquipulas”.
Ella es entonces la acompañante de un solitario transitando los difíciles caminos del golpismo. Una acción que adelanta sin mayores recursos humanos. La actividad en lo esencial la realiza esta pareja. Y muchas de las cosas programadas por él las ejecuta ella en su condición de comandante Pedro.
El acercamiento de Herma a HCh ella misma lo explica: desde que lo conocí percibí un hombre solitario, con muchas angustias y tormentos. Alguien que se sentía carente de afecto y lo buscaba. Marcado por las circunstancias de su niñez y por su condición de campesino. (pag.291)
Una condición ligada también a su propia crianza. A él y a Adam los cría la abuela. Al hogar materno van a los 11 años cuando ingresan al liceo. Por ello el amor de él es hacia mamá Rosa, la abuela Rosa Inés. En carta de su juventud le dice: “yo he vivido 20 años y tantos junto a ti y tú me formaste, tú me enseñaste valores de este mundo podrido, yo luchare para que tú siempre te sientas orgullosa de mi”. Y cuando ella muere le escribe un poema que termina así: “Yo quisiera descansar junto a ti, al final de la vida” . (p.293).
Recién llegado a la Escuela Militar escribe en su diario que, a diferencia de sus compañeros de Sabaneta, que andarán de fiesta con sus novias, él está dedicado a formarse para cumplir responsabilidades en el futuro. En 1974 también escribe en su diario, al ver llegar a CAP a inaugurar los juegos intermilitares, que alguna vez quisiera ser como él y conducir los destinos de la patria.
En un inicio pensamos que esa inclinación podría estar unida a un lineamiento exterior. Pero cuando avanza en el proceso conspirativo la situación se hace cada vez más enrevesada. El ciclo golpista lo inicia a comienzos de los 80 y fue objeto de denuncias y delaciones y, sin embargo, nada detuvo su andar.
Para el 04F-92 estaba montado el plan para un intento de golpe con muchos comprometidos. El comandante de la operación se ubica en el Museo Militar, sitio que toma sin mayores tropiezos pasada la media noche. A media mañana ya estaba rendido y sobre el medio día se concreta su entrega y su llamado a seguir la lucha luego del fracaso registrado ‘por ahora’.
De Yare sale en marzo de 1994, por la medida de gracia otorgada por el presidente Caldera, quien se sintió muy cercano al intento golpista contra su rival CAP. Pero no se suma al gobierno como había aspirado su benefactor, sino que lo enfrenta. En diciembre de 1997 deja atrás el MBR-200 de la conspiración para dar paso al MVR e ingresar como candidato a la presidencia. El 06-12-98, electo presidente, le llega la hora de cumplir con altas responsabilidades. Trae un camino planificado con el propósito de refundar la república. Y todo comienza con la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
En este momento se nota con fuerza el peso del solitario. A su lado solo están quienes le son leales y juegan cerrado con él. Gente de toda su confianza y que además no le discuta sus órdenes. A su vez, personas que puedan ayudarlo a corregir esa especie de maleficio que gobierna buena parte de su vida: la convicción, expresada a Herma en diferentes circunstancias, de que “todo lo que toco lo destruyo”. (pag. 298)
Esto empalma con el señalamiento que le hace un amigo, Genaro García, cuando ya es presidente, en su espacio Tierra de Gracia, en un artículo titulado “Hugo Rafael, te llego el año de la pera”. Sus palabras son terminantes: “Ciertamente tenías razón cuando escribías que le tenías miedo a tu poder de destrucción y que todo lo que tú querías y todo lo que tú tocabas lo destruías”. Este sentimiento de destructor acrecienta las angustias, el tormento de HCh.
Y esto seguramente lo lleva al mundo esotérico. La mano o las cartas, en el caso de su relación con Cristina, lo alerta de situaciones peligrosas en medio de su obsesión de perseguido a quien querían matar. Y tal vez el mensaje más duro que le trasmitió la hermana en uno de sus últimos encuentros fue el siguiente: veo en las cartas que tu vida no pasará de los 58 años. Su reacción fue la del preocupado pero optimista. A la larga el padecimiento continuaba.
En octubre del 1999 Cristina se enferma, limitada a una silla de ruedas y en estado de gravedad le manifiesta a Herma su deseo de despedirse de Hugo. Raúl Baduel, su secretario privado, prepara el encuentro pero cuando es llevada al despacho presidencial, HCh se negó a recibirla. Es posible pensar que el solitario y atormentado no haya querido un nuevo contacto con quien tanto le conocía.
Sin embargo, la inclinación hacia lo esotérico continúa cuando se produce su conexión con la realidad cubana y el período “babalao”, aún no documentado, pero que parece tener muchas evidencias. La atracción de HCh por el escenario cubano comienza con su visita a La Habana en diciembre de 1994 y crece en la medida en que se ahonda la participación de Castro y su entorno G2 en la política venezolana.
A partir de fines del 2004 ya establecida Venecuba como instancia que reúne las dos revoluciones, HCh pasa a dirigir la nueva república junto con Fidel Castro. Por ello, a la hora de su enfermedad a partir del junio del 2011 vemos como todo se dirige y ejecuta desde La Habana.
La tragedia está andando en él mismo, en su entorno y es llevada al propio seno de este expaís. Y la crónica de su final tiene que ser objeto de otro escrito.
¡Qué historia amigos!
@ablancomunoz
Agustín Blanco Muñoz
ND
La trágica vida de Hugo Chávez
En un expaís donde la tragedia es tan acentuada y extendida, es muy difícil captarla en su real dimensión. No quiere decir esto que antes no existiera, solo que ahora se produce una síntesis de ese inmenso dolor.
El viernes 15/03, en las exequias de Hugo Chávez, llama la atención que, por razones no explicadas, se hace un acto de corta duración y se contuvo la participación del ‘soberano’. Los seguidores del ‘Comandante’ querían acompañar el cortejo fúnebre. Pero se acordó que apenas lo verían pasar en el rápido tránsito hacia el ‘Museo Militar’ o ‘Cuartel de la Montaña’.
Voceros habían manifestado que ese acto sería mucho más apoteósico que el traslado del hospital a la academia militar. Pero no fue así. Se realizó un acto con asistencia de representantes de varios sectores, sin presencia del ‘soberano’. La tele audiencia se interrogaba sobre aquel improvisado monumento-cementerio cuando se cortó la trasmisión. Y se informó que al día siguiente desde las 9 am estaría abierto el sitio al público.
¿Era esto lo que quería HCh? El escenario muestra la tragedia final de un hombre: después de haber utilizado y desechado para sus fines a tanta gente, le tocó a él ser utilizado en todo sentido y dirección. A esta situación lo condujo el propio curso y sentido de su vida y, finalmente, el proceso de su enfermedad.
En el testimonio levantado con Herma Marksman (ABM, Hugo Chávez me utilizó (Ccs, CPT-CEHA-UCV, 2004) se registran algunos elementos claves para comprender esta dura realidad. Herma, de manera documentada, afirma que HCh se sentía y era un solitario que, en nuestra opinión inicial e hipotética, busca romper tal condición con una acción política que tiene dos fases: antes y después de entrar en contacto con Fidel Castro.
El HCh solitario se muestra, por ejemplo, en un poema que escribe en 1988 frente al Cristo de Esquipulas en Guatemala: Cristo negro de Esquipulas. Te miro / quise venir hasta ti, / desde muy lejos. / La vida me ha traído, solitario / con mi cruz / invisible / y pesada, por los sueños / que se fueron / y han llegado. Y aquí están”. Y le pide al cristo luz para sus hijos. Y entre sus acompañantes están Cristina y Herma. A la primera la trata como su hermana: “Negro y cristo / ¡Es Cristina! / que te veo / hermana / es la luz de la vida / que tendrás al otro siglo / tu palabra / llegará. Sabia eres / Cristo Negro/ es Cristina / dale luz / dale vida / ¡y reinarás!
Cristina Marskman, hermana de Herma, juega ya en este momento un papel importante en los días de tormentos por los cuales pasa este hombre devenido en conspirador. A ella le confía la lectura de sus manos y de las cartas. Y de allí sale una relación que en un momento crucial veremos estrellada.
Y frente al mismo Cristo le dice a Herma: “Y en la brisa / que se mete / en las candelas / de este templo/ tus caricias / Herma mía / han llegado/ y en la blanca/ inmensidad del santuario/ tu alma pura y noble / miro yo / y en verdiazúl del paisaje / allí a su izquierda / Herma mía / veo tus ojos de centella/ de Angostura que me invitan a luchar / bendita eres / Herma blanco/ Herma negro / Herma mía / como el Cristo de Esquipulas”.
Ella es entonces la acompañante de un solitario transitando los difíciles caminos del golpismo. Una acción que adelanta sin mayores recursos humanos. La actividad en lo esencial la realiza esta pareja. Y muchas de las cosas programadas por él las ejecuta ella en su condición de comandante Pedro.
El acercamiento de Herma a HCh ella misma lo explica: desde que lo conocí percibí un hombre solitario, con muchas angustias y tormentos. Alguien que se sentía carente de afecto y lo buscaba. Marcado por las circunstancias de su niñez y por su condición de campesino. (pag.291)
Una condición ligada también a su propia crianza. A él y a Adam los cría la abuela. Al hogar materno van a los 11 años cuando ingresan al liceo. Por ello el amor de él es hacia mamá Rosa, la abuela Rosa Inés. En carta de su juventud le dice: “yo he vivido 20 años y tantos junto a ti y tú me formaste, tú me enseñaste valores de este mundo podrido, yo luchare para que tú siempre te sientas orgullosa de mi”. Y cuando ella muere le escribe un poema que termina así: “Yo quisiera descansar junto a ti, al final de la vida” . (p.293).
Recién llegado a la Escuela Militar escribe en su diario que, a diferencia de sus compañeros de Sabaneta, que andarán de fiesta con sus novias, él está dedicado a formarse para cumplir responsabilidades en el futuro. En 1974 también escribe en su diario, al ver llegar a CAP a inaugurar los juegos intermilitares, que alguna vez quisiera ser como él y conducir los destinos de la patria.
En un inicio pensamos que esa inclinación podría estar unida a un lineamiento exterior. Pero cuando avanza en el proceso conspirativo la situación se hace cada vez más enrevesada. El ciclo golpista lo inicia a comienzos de los 80 y fue objeto de denuncias y delaciones y, sin embargo, nada detuvo su andar.
Para el 04F-92 estaba montado el plan para un intento de golpe con muchos comprometidos. El comandante de la operación se ubica en el Museo Militar, sitio que toma sin mayores tropiezos pasada la media noche. A media mañana ya estaba rendido y sobre el medio día se concreta su entrega y su llamado a seguir la lucha luego del fracaso registrado ‘por ahora’.
De Yare sale en marzo de 1994, por la medida de gracia otorgada por el presidente Caldera, quien se sintió muy cercano al intento golpista contra su rival CAP. Pero no se suma al gobierno como había aspirado su benefactor, sino que lo enfrenta. En diciembre de 1997 deja atrás el MBR-200 de la conspiración para dar paso al MVR e ingresar como candidato a la presidencia. El 06-12-98, electo presidente, le llega la hora de cumplir con altas responsabilidades. Trae un camino planificado con el propósito de refundar la república. Y todo comienza con la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
En este momento se nota con fuerza el peso del solitario. A su lado solo están quienes le son leales y juegan cerrado con él. Gente de toda su confianza y que además no le discuta sus órdenes. A su vez, personas que puedan ayudarlo a corregir esa especie de maleficio que gobierna buena parte de su vida: la convicción, expresada a Herma en diferentes circunstancias, de que “todo lo que toco lo destruyo”. (pag. 298)
Esto empalma con el señalamiento que le hace un amigo, Genaro García, cuando ya es presidente, en su espacio Tierra de Gracia, en un artículo titulado “Hugo Rafael, te llego el año de la pera”. Sus palabras son terminantes: “Ciertamente tenías razón cuando escribías que le tenías miedo a tu poder de destrucción y que todo lo que tú querías y todo lo que tú tocabas lo destruías”. Este sentimiento de destructor acrecienta las angustias, el tormento de HCh.
Y esto seguramente lo lleva al mundo esotérico. La mano o las cartas, en el caso de su relación con Cristina, lo alerta de situaciones peligrosas en medio de su obsesión de perseguido a quien querían matar. Y tal vez el mensaje más duro que le trasmitió la hermana en uno de sus últimos encuentros fue el siguiente: veo en las cartas que tu vida no pasará de los 58 años. Su reacción fue la del preocupado pero optimista. A la larga el padecimiento continuaba.
En octubre del 1999 Cristina se enferma, limitada a una silla de ruedas y en estado de gravedad le manifiesta a Herma su deseo de despedirse de Hugo. Raúl Baduel, su secretario privado, prepara el encuentro pero cuando es llevada al despacho presidencial, HCh se negó a recibirla. Es posible pensar que el solitario y atormentado no haya querido un nuevo contacto con quien tanto le conocía.
Sin embargo, la inclinación hacia lo esotérico continúa cuando se produce su conexión con la realidad cubana y el período “babalao”, aún no documentado, pero que parece tener muchas evidencias. La atracción de HCh por el escenario cubano comienza con su visita a La Habana en diciembre de 1994 y crece en la medida en que se ahonda la participación de Castro y su entorno G2 en la política venezolana.
A partir de fines del 2004 ya establecida Venecuba como instancia que reúne las dos revoluciones, HCh pasa a dirigir la nueva república junto con Fidel Castro. Por ello, a la hora de su enfermedad a partir del junio del 2011 vemos como todo se dirige y ejecuta desde La Habana.
La tragedia está andando en él mismo, en su entorno y es llevada al propio seno de este expaís. Y la crónica de su final tiene que ser objeto de otro escrito.
¡Qué historia amigos!
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