La verdadera oposición democrática en Venezuela no está representada por su dirigencia, sino por los millones de venezolanos que votamos en contra de la opresión cubana, la dictadura, el régimen totalitario, electoral, pero, no democrático, autocrático, y despótico, que gobierna al país. Somos todos aquellos que estamos claros que el enemigo es el Estado cubano, que controla desde al Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, hasta su sucesor, Nicolás Maduro, nuestro sistema de identificación, las notarías públicas, nuestras fuerzas armadas, policía política, entes de inteligencia, las llamadas misiones, controla también parte de nuestro petróleo, nuestra política petrolera, a Miraflores, y sus anillos de seguridad, entre tantas otras instituciones como sostiene un amigo.
La verdadera oposición democrática no es necesariamente la MUD o nuestra dirigencia, sino somos todos aquellos venezolanos que estamos cansados de ver la entrega del país, el usufructo de nuestra renta petrolera por parte de Cuba y los países de Latinoamérica y el resto del sistema, que viven a costa nuestra. Somos todos aquellos venezolanos, realmente opuestos a que nuestras decisiones de gobierno se tomen desde el extranjero. Precisamente, los mismos que no estamos dispuestos a vivir sin libertades, a aceptar la imposición de élites militares y burguesías (boliburguesías).
La verdadera oposición defiende y se preocupa por sus presos, y sus exiliados políticos. Ella no está dispuesta a convivir en despotismo, a cambio de pequeños espacios de poder, gobernaciones o alcaldías. Tiene verdadera voluntad de poder y su objetivo es Miraflores, no Miranda, Zulia, Chacao o Baruta. La verdadera oposición no es parásito del régimen y, por tanto, no lo legitima; como tampoco bendice al CNE, deja de referirse al fraude, evita exigir condiciones, felicita a dictadores, o no reclama lo justo.
La verdadera oposición no limita lo político a lo electoral, y recurre a la protesta pacífica, como en todas partes del mundo. Representa una amenaza creíble para el régimen y aumenta los costos de las decisiones de la dictadura. Entiende que la discusión, ante todo, es ideológica, y defiende sus principios. No defiende a las misiones, el reparto de la renta, y los programas de clientelismo político. Se opone a la tiranía chavista. No reaccciona, sino que se anticipa. Abre el espacio para la discusión interna, la universidad de criterios, y no fomenta el pensamiento único.
Por ello, cuando se escucha que dicen “me solidarizo con el Presidente Hugo Chávez”, pero, ignoran a la Dra. María Lourdes Afiuni, y a nuestros presos políticos, sencillamente, uno se siente indignado. A la dirigencia política, por favor, no lo olviden: no es pensando cada movimiento con miras a lograr más votos que salvaremos al país, sino defendiendo nuestros valores y nuestros principios.

Ángel García Banchs

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