Cansada hace rato, pero jamás doblegada.
Existe una clase de cubano al que le gusta que lo engañen, ya no me cabe la menor duda de que es así. Le fascina que le vendan gato por liebre, lo comprará encantado y con la boca echa agua. Se traga las guanábanas más insospechables, lo hizo con Fidel Castro al inicio y atragantado continuó y continúa metiéndose las guayabas a pulso como cucharadas de amarga medicina, pero con la mirada entornada de placer. Patadas ha recibido hasta por donde podrán imaginarse, pero no ha dudado en poner la otra nalga, la mejilla ya la tiene como un yunque de tanto martillazo recibido. Engañado y feliz, así es.
Estafados, por supuesto, por los engañadores, que son la otra buena parte de ése tipo de cubano, a los que les encanta la truculencia, el truco, la triquiñuela, y si ganan y se enriquecen con la mala maña, mejor.
En este blog he dicho lo que pienso y lo seguiré haciendo. También seguiré colgando trabajos de personas a las que respeto por su capacidad de análisis; a algunas de ellas ni siquiera las conozco personalmente. Puedo estar o no de acuerdo con sus textos, pero si el trabajo me interesa, porque pienso que clarifica zonas que a los lectores les agradaría leer para hacerse una opinión, o para reafirmar la que tienen, o sencillamente por el mero hecho de enterarse, será publicado, con o sin mis acotaciones, lo que tampoco tendrá la mayor significación.
Modero comentarios, no los censuro. Los modero cuando se insulta, se difama, se calumnia, y sobre todo cuando se miente con el propósito de engañar a los lectores en relación a mi persona, y en relación a los que aquí escriben. Jamás he bloqueado la entrada de mi blog a nadie, como sí me han hecho a mí en otros sitios.
Bloquear la lectura a una persona de un diario público, de un sitio en internet, de un blog, de twitter, por el sencillo hecho de que no se piensa igual que ellos, a eso sí hay que llamarle por su nombre: censura. Yo jamás he entrado en los muros de nadie en Facebook a insultar, tampoco he dejado comentarios malsanos ni desagradables en los muros de nadie del mencionado portal, ni en webs que no son de mi agrado. En el mío sí lo han hecho y con creces y ensañamiento. Por eso bloqueo en Facebook a todos aquellos que quieran engañar a mis lectores a través de mi propio muro. Porque soy buena, pero no comequeque.
Si yo fuera a llevar a los tribunales a toda la gente que me ha difamado, insultado, provocado, calumniado en internet desde que internet existe, no habría podido escribir nunca más, ni trabajar en lo que verdaderamente me importa. A mí me intentaron llevar a los tribunales gente que vive del fruto que gana con eso, haciendo el mal recostado a la maledicencia; no lo consiguieron las primeras veces, todo era mentira e infundio. Los que me llevaron la segunda, quienes por cierto bastante que se aprovecharon en el pasado de mí y de mi nombre, ya lo habían intentado antes, deseaban censurar mi libro La Ficción Fidel y también ganar una suma importante de euros con ello, no pudieron.
La condena que recibí fue solamente sobre dos palabras dentro de un contexto de otras palabras escritas en un comentario en este blog, a modo de respuesta a un anónimo que no dudo que haya entrado para provocar; por esas dos palabras debí pagar dos euros simbólicos. Por el resto de las palabras gané la batalla. Enseguida los perdedores de toda la vida, los aprovechadores de toda la vida, llamaron a una agencia de prensa para distorsionar la verdad y engañar, y el que quiso ser engañado salió trasquilado.
Al día siguiente la misma agencia de prensa no sólo se vio en la obligación de desmentir sino que además debió publicar la verdad, en la versión de mis abogados: Yo había ganado no solamente en el resto de las palabras. He ganado más, gané que el día de mañana se reconozca en un tribunal cubano lo que ya se reconoció en un tribunal francés: quién es el terrorista, el criminal, el traficante, quiénes son los hijos de papá, los esbirros que han vivido, vivieron y lo siguen haciendo del cuento de ser lo que son y fueron a costa del pueblo cubano. Allí entonces verán, veremos, cómo he ganado yo, desde el mismo día en que una jueza de París decidió que esas palabras escritas en este blog correspondían perfectamente con el perfil de la persona a la que yo se las había asignado, no así a la otra persona, a la que también le gané en el resto de las palabras que la jueza decidió que habían sido utilizadas correctamente de mi parte. Por dos palabras solamente, el resto aceptadas.
Pero aquellos que se alegran de todo lo malo que pueda pasarme antes de que me suceda, decidieron ser engañados por el chisme regado y no por la verdadera información, y aceptaron muy gustosos quedarse con la falsa versión de los sucesos, y obviar la decisión de un tribunal de París que reconoció en buena lid quién es quién. Lo que, reitero, servirá para que éso mismo sea reconocido en un futuro en un tribunal de una Cuba libre.
Todo esto para recordarles algo que ya saben por mí misma, que estoy muy cansada, como les he escrito tantas veces. Son muchos años y un montón de traiciones. Pero ni los años ni las traiciones me han doblegado.
Censurar la entrada a un periódico, reitero, censurar la entrada a un sitio web, así como a un blog, o a twitter, viola los derechos a la libertad de expresión, sobre todo si esa web, blog, y twitter, son financiados. Derecho fundamental de los derechos humanos. Hacerlo además es de una tontería descomunal. No sólo no tengo tiempo para visitar cada una de las telarañas que se enredan cada vez más en la red donde participan y publican los cubanos, sino que además, como mismo me pasa con Cuba, el mundo es demasiado vasto, complejo, y padece demasiados problemas, esos problemas me interesan tanto o más que lo que acontece en la isla.
Diversos artículos a los que me han censurado el acceso, por suerte me han sido enviados por correos, gracias a la amabilidad de amigos y lectores. Estoy enterada de todo lo que se publica, claro está, sin tener que dirigirme a ningún sitio donde se me niega la entrada.
Eso al fin y al cabo es lo que quiere el grupo de dialogueros que vuelve a intentar un tejemaneje con la tiranía para su provecho individual: censurar, aplastar, eliminar, opacar, matar si pudieran en un futuro, borrar a los que no pensamos como ellos.
Se cogieron el fotingo con la puerta. Sigo aquí. Y si vamos a usar el viejo refrán de que “el que a hierro mata a hierro muere”. Sepan que a mí me han intentado matar mucho antes, me han crucificado muchísimo antes, desde hace más de treinta años. Y repito, sigo aquí. Por un buen rato. De modo que el que a hierro quiso matarme, le digo y subrayo, que yo también sé empuñar el hierro y tengo todo el derecho a hacerlo tenga la forma que tenga.
Zoé Valdés.
Nota: Mi servidor me avisa dos o tres veces por dia de que intentan tumbarme el blog. No lo intenten más, no lo conseguirán.
Una imagen de uno de los sitios que ha bloqueado mi acceso desde hace más de un año. tal vez más, ya he perdido la cuenta:
Pese a que estoy inscrita en el El Nuevo Herald y tengo facebbok y twitter (con los que también pudiera leer y comentar) cada vez que abro un artículo del periódico me sale el cartel que verán en la imagen y que me impide que pueda leer los artículos, y aunque intento ingresar mi nombre (lo que no tuve que hacer nunca antes) y mi contraseña, tampoco puedo acceder a la información.
Cansada hace rato, pero jamás doblegada. | Blog de Zoé Valdés
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